La sensibilidad de la piel se expresa en forma de hinchazón, rojeces, descamación o eccemas, y se asocia clínicamente con afecciones como la rosácea, el acné o la atopía.
Suelen ser pieles con una respuesta sensorial alterada o con una barrera hidrolipídica más fina y permeable, y aunque en ellas intervienen diversos factores que quizá escapen a nuestro control, sí es posible aplicar una estrategia de cuidados ''universales'' que acompañen tu rutina dermatológica.
¿Quieres saber cuáles son dichos cuidados? Alice in Beautyland te da claves.
1. Hidratación a toda costa, especialmente en verano. Con el buen tiempo pasas mucho tiempo al aire libre, te bañas y te olvidas de hidratar con cierta frecuencia. ¡Cuidado! Todas las pieles necesitan hidratarse, pero en tu caso aún debes ponerle más mimo para que la piel pueda ejercer su función natural de barrera. ¿Los productos apropiados? Los más suaves y emolientes que encuentres, aquellos que eviten la pérdida de agua y que contengan ingredientes hidratantes naturales testados dermatológicamente para pieles sensibles.
2. Limpieza facial delicada. Los limpiadores faciales demasiado expeditivos pueden alterar el manto lipídico y generar efecto rebote. Elige un limpiador facial suave especialmente indicado para pieles sensibles.
3. Adapta a ti las propuestas de medicina estética. Algunos AHAS pueden ser muy irritantes para tu piel, de modo que, si quieres hacerte un peeling médico, recurre a un profesional que te recomiende el ácido y la concentración más adecuados para ti. Sé precavida también con los láseres.
4. Hábitos bajo control. Intenta ser consciente de tus hábitos, como el de tocarte a menudo la cara cuando te sientes estresada o agobiada, puesto que se pueden llegar a producir infecciones acneicas. Además, acuérdate de beber agua durante el día y sigue una dieta rica en alimentos frescos y de temporada. Si ves muchos colores en tu plato, es que vas bien.
5. Dieta solar ''baja en calorías''. El sol es necesario para sintetizar vitamina D y puedes y debes tomarlo. Eso sí, mejor en las horas ''valle'' -evita las horas centrales del día- y siempre protegida con un fotoprotector. En el caso de las pieles sensibles, es preferible que contenga filtros físicos -dióxido de titanio y óxido de zinc- porque se quedan en la superficie de la piel sin penetrar en ella.
6. Escucha a tu piel. ¿Y si la sensibilidad fuera una señal de tu cuerpo que hay que interpretar? Las incómodas expresiones de la sensibilidad suelen aparecer ante situaciones de estrés. En su libro ''The Telomere Effect'', la bioquímica Elisabeth Blackburn, explica sus investigaciones sobre cómo nuestros hábitos de pensamiento y emociones influyen decisivamente en el estado de los telómeros de nuestras células. Así, si realizas el ejercicio consciente de percibir ese estímulo estresante como un desafío en lugar de como una amenaza, los niveles de cortisol, la hormona del estrés, se equilibran y reducen, protegiendo la producción de queratinocitos, fibroblastos y colágeno de la piel.