La llegada de la menstruación a la vida de las adolescentes puede supone una incertidumbre, tanto para ellas, como para sus madres y padres. A qué edad es frecuente que llegue, cuándo visitar al ginecólogo por primera vez, cuál debe ser la abundancia del sangrado… Pueden ser miles de preguntas las que generen dudas, miedos o inseguridades, motivadas en parte por el desconocimiento que rodea a la salud reproductiva de las mujeres.
Lo cierto es que este proceso puede ser más o menos difícil y que, sea cual sea la situación personal de cada niña, es importante tener en cuenta lo que nos dicen los expertos sobre la primera menstruación. Y lo primero a tener en cuenta es la edad, y es que, tal y como cuenta la Dra. Ana Boldó Roda, tesorera de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) en una entrevista para Estetic, “es importante considerar la consulta al ginecólogo si no han comenzado a menstruar a la edad de 15 años”.
“La ausencia de menstruación, conocida médicamente como amenorrea, puede ser una señal de diferentes condiciones de salud dependiendo de la edad y las circunstancias”
“La ausencia de menstruación, conocida médicamente como amenorrea, puede ser una señal de diferentes condiciones de salud dependiendo de la edad y las circunstancias”, detalla la experta. Esta situación puede ser signo de amenorrea primaria, como explica Boldó, “que puede deberse a varias causas, desde factores hormonales hasta anatómicos”. Pero lo habitual es que aparezca entre los 11 y los 13 años, o como indica Boldó, que como máximo se retrase hasta los 15.
Tras la menarquia –primera menstruación- “es completamente normal que las adolescentes experimenten periodos irregulares”, indica la ginecóloga. “Este fenómeno se debe principalmente a la inmadurez del eje hipotalámico-hipofisario-ovárico, que es el sistema hormonal que regula el ciclo menstrual”, puntualiza.
Por esta razón, no es señal de alarma que los ciclos sean irregulares. “La ovulación, que es crucial para la regularidad del ciclo, puede ser irregular o incluso ausente en los primeros años, lo que resulta en ciclos menstruales que pueden variar en duración e intensidad. Estas irregularidades suelen ser una parte normal del desarrollo”, añade la tesorera de la SEGO.
Y al tiempo que esta irregularidad es común, también lo es la menstruación con dolor intenso (dismenorrea) o sangrado abundante (menorragia), pero con matices. “Durante los primeros años tras el inicio de la menarquia pueden ser comunes, pero siempre deben ser evaluadas para asegurar que no haya condiciones subyacentes que necesiten atención médica”, detalla la experta.
Si hablamos del dolor, en concreto de su aparición de forma severa, hay varias causas. Tal y como puntualiza Boldó, “suele estar elevados de prostaglandinas, que son compuestos que se liberan en procesos inflamatorios del organismo”. También a otras causas que, aunque son menos comunes, también pueden darse, como la endometriosis, “donde el tejido similar al revestimiento uterino en su interior crece fuera del útero, o miomas uterinos, aunque estos son menos frecuentes en adolescentes”.
"La falta de ovulación lleva a desequilibrios hormonales que provocan un endometrio (revestimiento uterino) más grueso, y por lo tanto un sangrado más pesado al deshacerse de este tejido"
En cuanto al sangrado, la abundancia puede deberse a “ciclos menstruales anovulatorios”. Esto quiere decir que “la falta de ovulación lleva a desequilibrios hormonales que provocan un endometrio (revestimiento uterino) más grueso, y por lo tanto un sangrado más pesado al deshacerse de este tejido”, sostiene la ginecóloga. Además, pueden influir otras condiciones, “como los trastornos de coagulación, problemas tiroideos, o pólipos endometriales”.
Por lo general, indica la doctora, esta nociones sí se tienen en cuenta entre la población, aunque todavía hay quien consulta a los médicos de atención primaria o pediatras. En cualquier caso, estos profesionales se encargan de derivar a los pacientes a la valoración con el especialista en ginecología. En esta línea, la Dra. Boldó recuerda que “la primera visita ginecológica es una excelente oportunidad para que las adolescentes se familiaricen con el cuidado de su salud reproductiva, aprendan sobre su cuerpo y reciban educación sobre temas importantes como la menstruación, la higiene, las relaciones sexuales seguras y la prevención de enfermedades de transmisión sexual”.
En cualquier caso, “gracias a la mayor información en los medios, la posibilidad de consultas más accesibles y campañas de divulgación la educación relacionada con problemas ginecológicos es mayor, aunque como en todo lo referente a la salud, debemos seguir esforzándonos por su difusión a la población”, concluye la especialista.