Las manchas de la piel suelen generarnos mucha inquietud por motivos estéticos, especialmente si nos aparecen en el rostro. Pero además de ser una cuestión de imagen, la reciente concienciación que estamos viviendo sobre el cáncer de piel puede despertarnos cierta preocupación. Aunque generalmente suelen aparecernos manchas benignas, ante cualquier sospecha o duda, recuerda que lo mejor es acudir al dermatólogo para obtener una valoración clínica.
El embarazo es, precisamente, una de las etapas de la vida de la mujer en las que más manchas salen. Los cambios hormonales provocan estos desajustes en la pigmentación en la piel, pudiendo desencadenar un cloasma gestacional. Se trata de una afección benigna, también conocida como cloasma gravídico, que se caracteriza por la aparición de manchas oscuras y marrones en la piel, que pueden variar en tamaño desde pequeñas áreas hasta algunas más grandes.
Lo más habitual es que estas pigmentaciones aparezcan en el rostro, aunque también podrían darse en otras zonas del cuerpo que hayan estado expuestas a la radiación solar. Por todas estas características, el cloasma gestacional es fácilmente reconocible en mujeres embarazadas y, afortunadamente, no supone ningún riesgo ni para la salud de la madre ni del bebé.
CAUSAS DEL CLOASMA GESTACIONAL
El cloasma gestacional o gravídico ocurre por los cambios hormonales que suceden durante el embarazo, generalmente durante el segundo o tercer trimestre de gestación. Estos cambios pueden causar un aumento en la producción de melanina, el pigmento que funciona como mecanismo de defensa frente al sol y que da color a la piel, el cabello y los ojos. Cuando el cuerpo produce demasiada melanina, puede causar hiperpigmentación, lo que lleva a la aparición de manchas oscuras en la piel. Durante el embarazo, es el aumento de los niveles de estrógeno y progesterona lo que puede estimular esa producción de melanina.
Además de los cambios hormonales, este tipo de pigmentación puede estar influenciado por la exposición al sol, uno de los principales factores que contribuye a la producción de melanina. No obstante, la predisposición genética y las alteraciones tiroideas también pueden favorecer su desarrollo. En cualquier caso, las mujeres con un tono de piel más oscuro son más propensas a desarrollar el cloasma gestacional, que suele presentarse en las siguientes zonas diferenciadas:
- En nariz, mejillas, labio superior, frente y mentón.
- En nariz y mejillas.
- En la zona mandibular.
Los antioxidantes actúan para neutralizar la acción de los radicales libres
Adicionalmente, conviene distinguir entre tres tipos de cloasma más frecuentes:
- Cloasma epidérmico: es el tipo más común y se caracteriza por la aparición de manchas color marrón claro en la superficie de la piel. Es más fácil de tratar, ya que se encuentra en la capa superior de la piel.
- Cloasma dérmico: se encuentra en las capas más profundas de la piel y sus manchas son de color azul-gris. Aunque este tipo de cloasma es menos común, puede ser más difícil de tratar debido a su ubicación más profunda en la piel.
- Cloasma mixto: es una combinación entre los cloasmas anteriores, lo cual puede dificultar su tratamiento. Es el menos habitual.
¿CÓMO PREVENIR EL CLOASMA GRAVÍDICO?
Las recomendaciones para prevenir la aparición de estas pigmentaciones de la piel pasan por evitar exposición al sol para no favorecer la producción de melanina y el uso de la fotoprotección. Para esto último, es recomendable la aplicación de cremas de protección solar de factor alto y con reaplicación cada dos horas, especialmente después de la transpiración de la piel. También puede ayudar el uso de sombreros o pañuelos y mantener una piel correctamente hidratada, con cremas compuestas por antioxidantes como las vitaminas C y E, que actúan contra los radicales libres.
TRATAMIENTO
Una vez que la mujer ha dado a luz y que su organismo comienza el proceso para volver a la normalidad con respecto a los cambios hormonales, el cloasma irá desapareciendo progresivamente. No obstante, se puede recurrir a algunos tratamientos para el aclarado de las manchas por motivos estéticos, como el uso de cremas con hidroquinona, ácido kójico, vitamina C o retinoides. Las exfoliaciones químicas también pueden ayudar a limpiar la piel en profundidad y a renovar las células de la dermis y, como tratamiento médico, el especialista puede recomendar medicación oral para lograr homogeneizar el tono de la piel, como el ácido tranexámico.
Todas estas opciones deberían ir acompañadas del uso diario de la fotoprotección. Y, una vez más, recordamos la importancia de consultar al dermatólogo para obtener un diagnóstico y tratamientos adecuados.