El cáncer de ovario es uno de los tumores ginecológicos más habituales. Con más de 3.600 casos al año en España, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), es el quinto tumor con más frecuencia en mujeres, junto a los cánceres de mama, colon, útero y pulmón.
Se trata de una enfermedad que se caracteriza por “diagnosticarse en la mayoría de los casos, en estadios avanzados es decir, cuando el tumor ya no está localizado en el ovario, sino que está afectando a otros órganos de la cavidad abdomino-pélvica. Esto es debido a que la enfermedad es asintomática en la fase inicial, a que no existe actualmente una diagnóstico precoz (screening) y a que su capacidad de progresión, es elevada”, explica la Dra. María Bordés Infantes, Coordinadora de Ginecología Oncológica de los Hospitales Públicos gestionados por Quirónsalud en Madrid.
Se trata de una enfermedad silente, es decir, no da síntomas, pero aun así existen una serie de señales específicas como por ejemplo: Pérdida de peso y apetito. Sensación de cansancio. Distensión abdominal, es decir, la paciente se siente hinchada a pesar de tomar muy poca cantidad de comida. Estreñimiento y dificultad para orinar. Dolor abdominal. Y falta de aire o dificultad para respirar cuando se está tumbada.
¿Existen factores de riesgo? Según explica la Dra. María Bordés, los principales factores de riesgo que pueden afectar a la aparición del tumor son los siguientes:
- Edad. Este tipo de tumores son más frecuentes una vez se ha superado la barrera de los 50 años, una vez iniciada la menopausia o postmenopausia.
- Menarquía temprana. Las mujeres que comenzaron su desarrollo hormonal con una edad temprana, es decir, tuvieron la menstruación antes de los 12 años, tienen más probabilidades de sufrir este cáncer.
- Menopausia tardía. También parece existir un riesgo asociado a cáncer de ovario en las pacientes que presentan la menopausia por encima de los 52 años.
- Antecedentes familiares. “Aquellas personas con antecedentes de familiares de primer o segundo grado con cáncer de ovario, tienen mayor riesgo de presentar esta enfermedad. Son varias las mutaciones genéticas que se asocian al cáncer de ovario heredofamiliar, siendo la más frecuente el BRCA 1 y 2”, señala la doctora.
- Nuliparidad. No haber tenido hijos es otra de las causas por las que se puede diagnosticar este tipo de tumor.
- Endometriosis. Esta enfermedad del útero está asociada a un mínimo aumento de riesgo de padecer un tipo determinado de cáncer de ovario.
- Otros factores. Como el tabaco, el sobrepeso o la vida sedentaria.
Con más de 3.600 casos al año en España, es el quinto tumor en frecuencia en mujeres
“Existen varios factores que previenen el riesgo de padecer un cáncer de ovario y que son muy importantes. Las madres que apuesta por la lactancia materna tienen un 30% menos de riesgo de tener un cáncer ovario. Usar anticonceptivos orales. Someterse a una eliminación de los ovarios y las trompas de Falopio una vez que ya no se quieran tener más hijos. Es la medida más efectiva para reducir el cáncer de ovario, sin embargo, no te exime de desarrollar otro cáncer similar como es el de peritoneo. La ligadura de las trompas de Falopio también es otra medida que ha demostrado reducir el riesgo de sufrir cáncer”, añade la doctora Bordés.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
“La valoración inicial es mediante la exploración física de estas pacientes. Cuando una mujer es remitida a la consulta o a la urgencia con los síntomas anteriormente mencionados, ya nos tiene que saltar la alarma, de que es posible que tengamos enfrente a una mujer con una masa ovárica a descartar malignidad”.
Además, se precisan otras pruebas como una ecografía ginecológica, para visualizar masas ováricas que puedan cumplir unos criterios ecográficos de malignidad, y una analítica sanguínea para conocer los marcadores tumorales específicos, aunque hay marcadores más específicos que otros según el tipo tumoral, los más utilizados son: Ca 125, Ca 19.9 y HE4.
¿Voy a tener que recibir quimioterapia? ¿Se me va a caer el pelo? ¿Cuánto va a durar el tratamiento? ¿Voy a poder seguir trabajando? Son algunas de las mayores preocupaciones de los pacientes
“En tercer lugar, tenemos que hacer un estudio de extensión, para ver cómo se encuentra la enfermedad y qué fase estamos. Para ello se realiza una resonancia magnética que nos estudia muy bien la enfermedad localizada en la pelvis, y una tomografía axial computerizada (TAC), que nos descarta la enfermedad a distancia de otros órganos”.
También se emplean otras pruebas de imagen con mayor resolución como el PET TAC y las biopsias para conocer el alcance de enfermedad para poder hacer un tratamiento adecuado y personalizado.
¿Cuáles son los principales tratamientos? Los tres pilares básicos para el tratamiento del cáncer de ovario son la cirugía, quimioterapia e inmunoterapia. “Siempre que sea posible por la extensión de la enfermedad se debe de realizar una cirugía que implica resecar todo el tumor visible que haya en la cavidad abdomino-pélvica. Se pueden hacer diferentes tipos de operaciones, histerectomía (resección del útero), anexectomía bilateral (ambos ovarios y trompas de falopio), linfadenectomías pélvicas y paraaórticas (quitar todos los ganglios linfáticos de las regiones vecinas a los ovarios y de los grandes vasos). Si la enfermedad esta avanzada y afecta a otros órganos, hay que resecar dicha enfermedad hasta conseguir que no quede tumor visible con una citoreducción primaria”.
Para aumentar la supervivencia del paciente siempre se tiene que realizar un tratamiento con quimioterapia, salvo e estadios muy precoces. Gracias a la investigación, cada día se realizan tratamientos más personalizados y dirigidos a determinados puntos diana, que permite “atacar” a las células cancerígenas desde varios frentes.
RIESGO DE RECAÍDA
A pesar de los continuos avances de la ciencia, por desgracia sigue existiendo riesgo de recaída. “Esto se debe a la agresividad de la enfermedad, y sobre todo a que no contamos con un diagnostico precoz como en otras entidades, como puede ser el cáncer de mama y cérvix, que nos permita diagnosticar a nuestras pacientes en estadios muy precoces y curables”, finaliza la doctora María Bordés