Ya estamos viviendo los primeros días de calor, aunque aún quede poco más de una semana para la entrada del verano. Sin embargo, seguro que somos ya muchos los que hemos sacado las sandalias y el calzado abierto y plano del fondo del armario, unos zapatos que nos resultan más fresquitos para esta temporada del año, pero que podrían no ser del todo saludables para el bienestar de nuestros pies.
Para saber cómo afecta el uso del calzado plano a los pies, desde Estetic hemos contactado con la Dra. Montserrat Diéguez Blasi, podóloga miembro de la Junta de Gobierno del Colegio Profesional de Podología de la Comunidad de Madrid (ICOPOMA). Y, como experta, señala que “los pies son los grandes olvidados, no somos conscientes de su importancia a pesar de que gracias a ellos podemos caminar y desplazarnos donde queramos”.
Efectivamente, la podóloga nos confirma que el uso del calzado plano podría implicar un riesgo para el pie “si se utiliza de manera constante”, ya que “el pie recibe el impacto directamente contra el suelo al caminar”. Fruto de ese impacto, la podóloga destaca algunos de los problemas más comunes que podemos desarrollar en el pie, tales como la tensión en el tendón de Aquiles, dolor en la musculatura posterior de la pierna, dolor en los talones y problemas en los tobillos y en la espalda, en la zona lumbosacra.
En general durante todo el año, pero sobre todo en estos meses, “no se tiene en cuenta el terreno por el que caminamos o el calzado que llevamos en cada actividad que realizamos, si es correcto o no… Nos lo ponemos sin tenerlo en cuenta”, indica la experta. “Tampoco los hidratamos o acudimos a profesionales de la Podología cuando tenemos cualquier patología en ellos”. Sin embargo, hay que tener en cuenta unas indicaciones generales:
“El calzado ideal va a depender del pie de cada persona, de las necesidades que tengan por una marcha inadecuada o en la patología que puede presentar en sus articulaciones o en su musculatura”, explica. No obstante, como parámetros generales deberíamos tener en cuenta que el interior del zapato sea transpirable, que la suela sea semidura y que garantice sujeción.
"Cuando se utilizan zapatos planos de forma constante. El pie recibe el impacto directamente contra el suelo al caminar"
Con una suela de determinada dureza será posible garantizar adherencia y una correcta amortiguación. De lo contrario, el pie puede sufrir dolor y fatiga en las partes blandas. Además, la adecuada sujeción a través de cordones, hebillas o velcro impedirá que el pie se deslice en la silla, aunque también es importante que los mecanismos de sujeción no opriman las estructuras.
Pero a la hora de seleccionar un tipo de zapato, también “es muy importante” tener cuenta el material con el que está fabricado: “Es importante que sean materiales transpirables, cuero, tejido, cuero sintético, goma, espuma y plástico, dependiendo de la actividad que vayamos a desarrollar: deporte, senderismo, casual, de seguridad etc.”. Asimismo, hay que fijarse en que las suelas sean antideslizantes.
Por último, la experta en la salud del pie recuerda que “es conveniente acudir al profesional de la Podología en cada cambio de estación, ya que implica un cambio de calzado, o ante cualquier problema relacionado con los pies”. En cualquier caso, la frecuencia de asistencia “dependerá de cada persona”, pues entran en juego otros factores como posibles problemas biomecánicos, deformidades o enfermedades que puedan crear problemas en los pies como la diabetes, los tratamientos de quimioterapia o radioterapia, etc.”, concluye.