El calzado juega un papel fundamental en la salud de los pies y, en consecuencia, en el bienestar general del cuerpo. A menudo, el uso de zapatos inadecuados puede provocar problemas como juanetes, fascitis plantar, pie plano y metatarsalgia, entre otros. Pero no solo afectan a los pies, sino que pueden generar molestias en rodillas, caderas, columna y cervicales. Por ello, cada vez más expertos recomiendan optar por un calzado que respete la forma natural del pie y permita un movimiento adecuado, como el calzado barefoot, una opción diseñada para replicar la sensación de andar descalzo y promover una mejor biomecánica corporal.
“Debemos entender que el calzado es el que debe adaptarse a la morfología de nuestros pies, y no al revés. Cuando nuestros pies cambian su morfología para adaptarse al calzado, comienzan los problemas como juanetes, fascitis y pie plano, pero también afecciones en todo el cuerpo, ya que los pies son la base de nuestra estructura corporal”, explica para Estetic.es la entrenadora de fitness y divulgadora Lara Cid. La experta ha dedicado parte de su último libro, ‘Muévete como un humano’, a la salud de los pies.
"Debemos entender que el calzado es el que debe adaptarse a la morfología de nuestros pies, y no al revés"
Sobre los beneficios del calzado barefoot, Cid destaca que “este tipo de calzado trata de replicar el movimiento del pie descalzo dentro de un zapato”. Muchas veces creemos que los pies no son importantes pero, como señala la experta, son la base de nuestro esqueleto y cualquier alteración en ellos puede reflejarse en todo el cuerpo. “Un arco del pie debilitado puede hacer que el tobillo y la rodilla se desplacen hacia dentro, afectando también la cadera”. En este sentido, insiste en que empezar a cuidar el cuerpo desde la base es fundamental para la salud general y que, aunque el cambio de calzado es clave, también es necesario ejercitar los pies para recuperar su función natural.
En comparación con el calzado tradicional, el barefoot presenta varias ventajas. Los zapatos convencionales suelen tener la punta estrecha, comprimiendo los dedos, mientras que los barefoot tienen la punta ancha para evitar que se apiñen, previniendo así problemas como los juanetes. Además, “su suela flexible permite que el pie se movilice con cada pisada, a diferencia del calzado convencional, que suele tener una suela rígida y limita el movimiento natural del pie, favoreciendo problemas como la fascitis plantar”, explica Cid.
Por otro lado, otro aspecto clave es la ausencia de tacón o plataforma: “cuando caminamos descalzos, el eje corporal recae en el talón, pero al usar calzado con elevación, este eje se desplaza hacia los dedos, generando una postura incorrecta y molestias en las rodillas o la zona lumbar”. Según la entrenadora, todo el cuerpo se beneficia del uso de un calzado que respeta la anatomía natural de los pies, por lo que cualquier persona podría obtener ventajas de su uso.
UNA TRANSICIÓN CON PRECAUCIÓN
A pesar de estos beneficios, la transición al calzado barefoot debe hacerse de manera gradual. “Si hemos pasado años usando zapatos que comprimen los dedos y restringen el movimiento natural del pie, un cambio brusco puede resultar incómodo e incluso provocar lesiones”. Por ello, es recomendable empezar con zapatos que tengan la punta más amplia, la suela más flexible y sin tacón. “También es clave caminar descalzos en casa, en el parque o en la playa para que los pies se fortalezcan progresivamente”, aconseja Cid.
"Usar un calzado inadecuado impide que nuestra propiocepción funcione correctamente"
Todo ello es necesario, porque no podemos olvidar que el calzado influye en la postura y la propiocepción. “Nuestros pies tienen miles de terminaciones nerviosas que informan al cerebro sobre la posición del cuerpo. Usar un calzado inadecuado impide que nuestra propiocepción funcione correctamente. Imagina tratar de mantener el equilibrio con un cojín hinchable bajo cada pie: la musculatura del pie no sentiría el suelo ni podría activarse correctamente. Esto es lo que ocurre con algunos calzados deportivos con cámaras de aire, que dificultan la capacidad de sentir el suelo y reaccionar adecuadamente”, explica la experta.
En definitiva, el calzado barefoot representa una alternativa para mejorar la salud de los pies y la postura corporal. Sin embargo, Cid enfatiza que el cambio de calzado debe ir acompañado de ejercicios específicos para fortalecer los pies y mejorar la movilidad. “No se trata solo de cambiar de zapatos, sino de recuperar la funcionalidad natural del pie. Con una buena transición y ejercicios adecuados, podemos mejorar nuestra salud desde la base”, concluye.