Hay una disciplina deportiva que llama la atención de todas las niñas durante la infancia. Es necesario llevar tutú, zapatillas de punta, calentadores y maillot. Puede que en estos momentos se te venga a la cabeza la gimnasia rítmica (que también es otra de las disciplinas más demandadas), sin embargo estamos hablando del ballet. Se puede practicar a cualquier edad, ya sean niños o personas mayores.
Además, aunque la mayoría de los menores que lo practican son niñas, lo cierto es que se trata de un deporte que no entiende de género y que puede practicar cualquier persona. Poco a poco, al igual que sucede con otros deportes, se ven más chicos practicándolo en parte, por los múltiples beneficios que aporta para la salud.
¿Existe una edad concreta a la que se pueda empezar a practicar? Los expertos recomiendan comenzar a partir de los tres años. Realizando clases que se conocen con el nombre de pre-ballet y donde los niños y niñas, se van iniciando poco a poco en la disciplina mediante la realización de juegos. En las primeros años, se busca trabajar cualidades como el ritmo, la expresión o la creatividad.
Sus beneficios se pueden dividir en dos grupos: individuales y grupales. Entre los beneficios individuales se pueden destacar los siguientes:
Ayuda a mejorar la postura corporal. Los ejercicios que se realizan trabajan la forma correcta de la postura corporal de la espalda, los tobillos, los brazos y las piernas.
Mejora la coordinación del cuerpo y la mente
Aumenta y mejora la elasticidad y flexibilidad
Como en todos los deportes se liberan endorfinas, que son fundamentales para mantenerse más felices y relajados.
Aumenta la concentración. Es una disciplina que requiere de una alta concentración para no equivocarse en su realización.
Aunque es un deporte individual, lo cierto es que la mayoría de las clases se desarrollan en grupos. En este sentido, el ballet beneficia de las siguientes maneras:
Fomenta el trabajo en equipo. Cuando somos pequeños nos enseñan a trabajar en equipo y ayudarse unos a otros. El ballet es un deporte ideal para ello, ya que durante la elaboración de las coreografías y los bailes es muy importante la comunicación con el resto de compañeros. Potencia la creatividad. Una de las prácticas más habituales en las clases de ballet infantiles es fomentar la creatividad de los niños a que comienzan a conocer su propio cuerpo y los movimientos que pueden realizar.