Tradicionalmente ha existido una connotación negativa hacia ciertas emociones que el ser humano no puede (ni debe) evitar. Hablamos de sentimientos como el miedo, la ansiedad, el pánico y que, por extraño que nos parezca, debemos aprender a controlarlas y convivir con ellas. Sólo así podremos aceptarnos más y conocernos mejor a nosotros mismos.
Anabel Gonzalez, psiquiatra, psicoterapeuta y Doctora en Medicina, acaba de lanzar ‘¿Por dónde se sale?’, una especie de manual con el que trata de hacer comprender al lector que el miedo es una emoción necesaria “aunque a veces nos complique las cosas. Intentar vivir sin miedo sería equivalente a vivir sin pulmones”. Desde su campo profesional, nos transmite la importancia de las terapias que trabajan nuestros recuerdos, con el trauma y la influencia de los vínculos.
Para solucionar el miedo hay dos factores fundamentales: la comprensión y la conexión. Sólo así podremos confiar en nuestros propios recursos y en las personas que nos apoyan para afrontar adversidades en el futuro. Cuando la alarma que se activa en nuestro cuerpo no se asimila y resuelve, entonces el miedo ya no nos protege, sino que nos “desquicia”. Es ahí cuando las cosas se complican de verdad y pueden derivarse problemas para la salud que, en muchos casos, llevan al aislamiento.
"Cuando el miedo es muy intenso nos puede bloquear y muchas veces nos resta posibilidades donde sí las tenemos"
Los miedos pueden encadenarse y acumularse, así que esa sensación puede llegar a paralizarnos cuando es muy intensa, “restándonos posibilidades”, señala la experta. Pero por otro lado, nos empuja a actuar cuando necesitamos protegernos.
ATENCIÓN A LOS TRAUMAS
En todo esto hay algo de culpabilidad en la sociedad en la que vivimos y en la que perseguir el éxito “nos condena al ‘nunca es suficiente’”. Incluso si conseguimos nuestras metas, siempre hay algo más por lo que pelear. Y cuando fracasamos, el miedo puede hacer a nuestra identidad tambalearse. La psiquiatra nos recuerda que “en los días malos aprendemos muchas cosas”, pero también “nos pueden dañar”. Prueba de ello es la pandemia, que nos ha enseñado que toca recuperarnos.
Para comenzar ese proceso hay que atender a los traumas porque “el momento en que empezaron los problemas que arrastramos, contiene claves que nos pueden ayudar a entender lo que nos pasa ahora”, explica Anabel. En este punto, debemos recorrer nuestra historia y analizar qué emociones sentíamos en ese momento para ver si todavía siguen ahí, sin buscar culpables ni juzgar, sino tratar de entender para poder avanzar.
“Tenemos que aprender a pensar con matices”
Además de los traumas personales, debemos entender los traumas colectivos que empujan a toda la sociedad y que también hacen mella en la salud mental. La experta recuerda que “todos tenemos un límite” y la vida nos pone a prueba, pero la sobredosis de convicciones no ayuda a solucionar los problemas. “Tenemos que aprender a pensar con matices” y a dejar de ver todo como blanco o negro, ya que “la conexión y los puntos de encuentro nos hacen volver a ganar la confianza y la colaboración”.