Las altas temperaturas típicas del verano pueden resultar casi insoportables, más si cabe con el cambio climático que acecha al planeta. Cuando toca resguardarse en interiores, ya sea en casa, en la oficina o por planes de ocio, el aire acondicionado se ha convertido en una de las herramientas más útiles para vencer al calor. Y, si bien, ayuda a suavizar las temperaturas, la ciencia ya ha explicado su impacto en la salud respiratoria, pero también en la de la piel.
Así es, el aire acondicionado resulta perjudicial para la salud cutánea, tal y como cuenta en declaraciones para Estetic la Dra. Natalia Jiménez, dermatóloga de Grupo Pedro Jaén y en el Hospital Universitario Ramón y Cajal. Y es que estos aparatos de climatización “reducen la humedad ambiental y favorecen la pérdida transepidérmica de agua”, explica la experta.
Estos hechos se traducen en sequedad cutánea que, “a su vez, desencadena tirantez, picor e irritación”. Y que, además, podrían complicarse en algunas zonas, como en la piel de los labios. Esta es, precisamente, “especialmente vulnerable a la deshidratación” y “sufre más que los tejidos del resto de la cara y del cuerpo”. Los síntomas que deberían hacernos sospechar son tirantez, sequedad, la presencia de pellejitos e incluso grietas.
"Recomiendo reforzar la pauta de hidratación de la piel para mantener la barrera cutánea en buen estado"
Sin embargo, los daños que puede causar el aire acondicionado en nuestra piel no superan en impacto a los que ocasiona la radiación solar. “El aire acondicionado únicamente favorece la deshidratación, mientras que el daño solar se traduce en fotoenvejecimiento (manchas, deshidratación, arrugas, flacidez…), lesiones premalignas (queratosis actínicas) y en un mayor riesgo de cáncer de piel melanoma y no melanoma”, señala la experta.
Podríamos compararlo con el daño que ejerce la contaminación sobre la piel pues, en cualquier caso, el impacto de los contaminantes en la salud cutánea es bastante bajo en comparación con el efecto pernicioso de la radiación ultravioleta. Por ello, es fundamental seguir unas prácticas adecuadas de fotoprotección, entre las que se incluyen métodos de protección física y tópica.
Entre estas prácticas, se recomienda el uso de crema solar con factor de protección elevado (SPF 30 o superior) por todo el cuerpo, incluidas las zonas comúnmente olvidadas, como el cuello, el escote, el dorso de las manos, los pies, la nuca y las orejas. También es importante reaplicar el protector solar cada dos horas, después de salir del agua o de la transpiración de la piel.
"El aire acondicionado únicamente favorece la deshidratación, mientras que el daño solar se traduce en fotoenvejecimiento, lesiones premalignas y en un mayor riesgo de cáncer de piel"
Adicionalmente, conviene proteger el cuerpo con ropa holgada, de manga larga, y elaborada con tejidos frescos, como el algodón. Además, se debe complementar con el uso de gafas de sol y gorras o sombreros. Para completar las pautas de exposición solar segura, es importante evitar el sol directo en las horas centrales del día, ya que son en las que la incidencia de la radiación ultravioleta es mucho mayor.
Pero volviendo a los efectos del aire acondicionado en verano, si notas tu piel deshidratada, no dudes en consultar con tu dermatólogo para saber cómo proceder. La Dra. Jiménez recomienda “reforzar la pauta de hidratación para mantener la barrera cutánea en buen estado”, también “instalar un humidificador para evitar la sequedad ambiental”. Asimismo, “puede ser útil aplicarse una bruma facial periódicamente”, concluye la dermatóloga.