El triángulo facial invertido, lo que determina el envejecimiento del rostro

Se percibe como pérdida de proyección en los volúmenes, pero es un descenso de las facciones, que deforma la cara a partir de los 40, cargando todo el peso en el tercio inferior.

Rostro mujer (Foto. Freepik)
Rostro mujer (Foto. Freepik)
18 enero 2022 | 10:00 h

No son las arrugas, sino el triángulo facial invertido, lo que determina el envejecimiento del rostro. Se percibe como pérdida de proyección en los volúmenes, pero es un descenso de las facciones, que deforma la cara a partir de los 40, cargando todo el peso en el tercio inferior.

En este sentido, el Youth Triangle Recovery de Instituto Médico Láser (IML) es el conjunto de técnicas mínimamente invasivas que lo reposiciona.

LO QUE NO AYUDA

A partir de los 20 años, la producción de colágeno desciende a razón de un 1% anual. A esta tasa de renovación disminuida, que afecta a la resistencia de las fibras colágenas y elásticas, se suma la actividad de los fibroblastos, que desciende dramáticamente a partir de los 50 años.

El proceso se manifiesta como flacidez cutánea y pone a prueba la resistencia de la piel para sujetar las estructuras, pero existen otros factores que contribuyen a la percepción invertida del triángulo facial: la lipoatrofia de la fosa temporal, que produce un efecto de cadeverización; el marcaje de la arruga dinámica, cuya orientación vertical se debe a la potencia predominante de los músculos depresores; y la alteración de la corona capilar, cuyo retroceso en el nacimiento del pelo, aumenta las distancias anatómicas de referencia.

CAMBIO ESTRUCTURAL

El reparto ideal de los volúmenes faciales viene determinado por un triángulo cuasi-equilátero, cuyos vértices se sitúan en la parte alta de los pómulos y en la barbilla.

Se percibe como pérdida de proyección en los volúmenes, pero es un descenso de las facciones, que deforma la cara a partir de los 40, cargando todo el peso en el tercio inferior

El cambio de orientación, que se produce paulatinamente a partir de los 40 años, es un fenómeno que el 60% de las personas reconoce, asociándolo a la falta de firmeza cutánea. Este descendimiento facial, sin embargo, responde a alteraciones estructurales de mayor calado como: la reaborsción ósea, que se produce isométricamente con la edad y se traduce en pérdida de proyección; el descenso de los paquetes grasos, que se deslizan por el peso de la gravedad y la paulatina debilidad del tejido conjuntivo, cuyos ligamentos acusan la pérdida de colágeno; y el predominio de los músculos depresores, cuya potencia acentúa las líneas verticales asociadas a la tristeza, la crispación o el cansancio. 

YOUTH TRINAGLE RECOVERY

Es la técnica de IML para revertir la posición del triángulo invertido, sin pasar por el quirófano. Comprende una serie de protocolos personalizados, cuyo objetivo es el reposicionamiento de los volúmenes descendidos. Se realiza de arriba abajo, con un enfoque ''full-face'' de rejuvenecimiento global, que es la única manera de conseguir un efecto natural, sin evidenciar el retoque.

-Festón malar. Suaviza la cuenca hundida del ojo mediante la infi­ltración de ácido hialurónico, cuya trabeculación especí­fica, permite trabajar los distintos planos del tejido. Esta corrección en 3D, se realiza en retrotrazado, desde el periostio sobre el hueso, hasta la superfi­cie cutánea.

-Pómulos y mejillas. La restauración del volumen perdido y su reposicionamiento, requiere un estudio previo para no in­filtrar más del que se tenía. El procedimiento, que en IML se realiza con cánula por menor riesgo de hematomas y mayor naturalidad en el resultado, se lleva a cabo mediante un abordaje único, un punto cerca de la sien, que permite introducir ácido hialurónico de alta trabeculación, polycaprolactona o hidroxiapatita cálcica, de forma retrógrada y en abanico.

-Surco nasogeniano. A partir de los 35 años y según criterio de IML, no se debe rellenar. Su corrección en la actualidad, se realiza aumentando la tensión facial, mediante un relleno estratégico que se trabaja desde la mitad de la mejilla hacia la oreja, según las necesidades de volumen en cada paciente. Cualquier infi­ltración por delante de esta línea vertical imaginaria, añade más peso al centro del rostro.

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