La toxina botulínica, más conocida como bótox, y los rellenos dérmicos, son dos de los procedimientos cosméticos mínimamente invasivos más populares en todo el mundo.
Pero, ¿en qué se diferencian? Según la doctora Gema Pérez Sevilla, cirujana maxilofacial y experta en medicina estética facial, los rellenos faciales son una serie de sustancias, normalmente ácido hialurónico (pero también se usan otras como hidroxiapatita de calcio, policaprolactona y ácido poliláctico), que cumplen con tres funciones: restaurar arrugas medias, finas y profundas; reponer volúmenes perdidos en zonas que se atrofian con la edad como las sienes, los pómulos, los labios o el mentón; y ejercer de efecto tensado de los tejidos descendidos, induciendo una regeneración de la piel.
La toxina botulínica, más conocida como bótox, y los rellenos dérmicos, son dos de los procedimientos cosméticos mínimamente invasivos más populares en todo el mundo
Son muy eficaces para modelar las cejas, la sien, el pómulo y el mentón; tensar la zona mandibular; aumentar los labios; tratar las ojeras; y eliminar las arrugas del entrecejo, la frente, las patas de gallo, el surco nasogeniano, el pliegue de amargura y el cuello.
Por otro lado, el popular bótox es una sustancia que tiene la capacidad de relajar las fibras musculares, permitiendo así controlar la excesiva contracción de los músculos que producen las arrugas en la gesticulación. Se aplica sobre los músculos faciales cuya acción deseamos disminuir.
Para obtener los mejores resultados es imprescindible que el profesional posea un profundo conocimiento de la musculatura del rostro. Así se consigue, además, un resultado natural que mantenga la expresión de cada persona.
Sirve para atenuar y eliminar las arrugas de expresión, como patas de gallo, arrugas de la frente y del entrecejo, principalmente. Se utiliza en el tercio superior del rostro.