La piel mixta es una de las clases de piel más frecuentes y más difícil de tratar, ya que requiere de un cuidado distinto para cada zona. Antes de usar cualquier crema es vital saber qué tipo de piel tenemos para disfrutar su eficacia y mantener la salud de la dermis.
A la hora de hacer un buen diagnóstico se valorará el tipo de piel, aspecto, hidratación, sensibilidad, elasticidad, grasa, poros o manchas. En este sentido, Bionike nos da las claves de este tipo de piel y su tratamiento definitivo.
La piel mixta no es uniforme, muestra zonas brillantes (grasas) en frente, nariz y mentón y zonas mate con cierta tendencia a la descamación debido a la sequedad en contorno de ojos, pómulos y cuello. Para este tipo de pieles es mejor no usar productos grasos, a pesar de que tenga zonas secas. Además, se diferencia de las pieles grasas porque no tiene o presenta muy pocos puntos negros en mejillas, pómulos y cuello.
La piel mixta cuenta con un mayor grosor de piel al contener una cantidad abundante de lípidos, lo que hace que se mantenga más protegida de las agresiones externas
Al envejecer, la piel mixta cuenta con un mayor grosor de piel al contener una cantidad abundante de lípidos, lo que hace que se mantenga más protegida de las agresiones externas. Además, la piel no está tirante y se mantiene mucho más elástica, por lo que las arrugas no se hacen tan visibles.
Los agentes externos inciden con mayor impacto sobre las pieles mixtas. Como el cambio climático, humedad-sequedad del ambiente, contaminación, incluso el estrés, el alcohol, el tabaco y una mala alimentación también ponen en peligro, de forma más agresiva, este tipo de cutis.
Para un correcto tratamiento es importante ser exhaustivo con la limpieza facial. Dos veces al día (mañana y noche) será suficiente, si se abusa, las zonas más sensibles se secarán aún más
Por ello, un gran aliado después de la limpieza es clave aplicar un tónico, mantiene el equilibrio hídrico natural de la piel y la prepara para el siguiente paso en el ritual del cuidado facial.
Como último paso utiliza una crema ligera con bajo contenido de aceite y aplícala con moderación en la zona T de la cara. Es fundamental que la crema aporte una hidratación profunda y, al mismo tiempo, sea de textura ligera. Se puede utilizar la misma crema para toda la cara siempre y cuando haya sido creada para este tipo de piel.