La piel es un órgano muy cambiante. Según los años de cada persona, podemos distinguir entre pieles jóvenes y maduras y cada una de ellas tendrá unas necesidades diferentes. Por este motivo, debemos adaptar nuestra rutina con tratamientos y cosméticos especializados en dar respuesta a esos problemas que vayan apareciendo. Por ejemplo, en pieles jóvenes inquieta mucho el acné, pero en las más maduras, la aparición de las arrugas suele ganar terreno.
La doctora Mercè Campoy, especialista en Medicina Estética y Directora Médica de la Clínica Mercè Campoy, explica al respecto que “para poder realizar una prescripción adecuada a las necesidades de cada tipo de piel, primero es imprescindible estudiar qué tipo de piel vamos a tratar, cuáles son sus características y fijarnos no en la edad cronológica del paciente, sino en la edad biológica de su piel”.
DIFERENCIA ENTRE PIEL JOVEN Y PIEL MADURA
Con las siguientes claves, podremos distinguir una piel joven de una más envejecida. La piel joven se caracteriza por ser más firme y elástica, pues produce más colágeno y elastina y tiene mayor capacidad de retención de agua. De esta manera, no está tan expuesta a la oxidación celular y presenta una mejor hidratación y mayor suavidad. No obstante, es propensa a desarrollar brotes de acné y piel grasa.
La piel madura puede desarrollar sensibilidad a algunos ingredientes
En cambio, la piel madura es más fina y frágil, así que es más vulnerable porque su oxidación y envejecimiento son mayores al no retener tanta agua. Sus mayores problemas suelen ser las arrugas y las manchas, así como la piel seca o descamaciones por esa falta de hidratación. Esta vulnerabilidad hace que presenten sensibilidad a determinados productos cosméticos o ingredientes, así que es conveniente seleccionar aquellos orientados a combatir irritaciones.
TRATAMIENTO CASERO PARA CADA TIPO DE PIEL
El cuidado facial desde casa es el paso más importante de todos, ya que la limpieza diaria y la aplicación de productos para sacarle el máximo partido marcarán la diferencia. Por ello, te dejamos dos ejemplos de rutinas para cada tipo de piel de la mano de la experta:
- Para pieles jóvenes: la higienización facial debe ser la protagonista, pero también es importante mantenerla suave y flexible. Según la doctora, la limpieza facial “debe hacerse por la mañana y por la noche, utilizando productos suaves y específicos para cada tipo de piel”, asegurándonos de eliminar el exceso de sebo y la suciedad para no dar peso a la dermis ni obstruir los poros.
Los productos perfectos para este paso son las cremas hidratantes y los geles. Para el caso de las primeras, si llevan antioxidantes son “excelentes para prevenir los signos del envejecimiento prematuro y proteger la piel de los radicales libres” aclara Mercè. Además, recomienda la exfoliación para eliminar las células muertas, pero recuerda que no debemos hacerlas con demasiada frecuencia para no irritar el tejido cutáneo.
Respecto a los principios activos más indicados, destacan el ácido salicílico y el ácido glicólico. Ambos compuestos regulan la producción de sebo natural y combaten las impurezas de los poros, así que están muy indicados para tratar los brotes de acné y los puntos negros.
Los rayos solares son el factor que más contribuye al envejecimiento de la piel
- Para pieles maduras: ya que este tipo de pieles son más secas, es imprescindible aportarles hidratación de manera profunda. Para conseguirlo, las cremas ricas en ácido hialurónico, aceites esenciales, manteca de karité y vitaminas A y E son las más indicadas puesto que son altamente nutritivas.
En este caso, la exfoliación también es un paso clave de cualquier rutina para pieles más envejecidas, pues mejoran el tono y la textura y limpian en profundidad los poros. Precisamente unos poros limpios permitirán que los cosméticos penetren mejor en el tejido cutáneo, aprovechando al máximo sus propiedades.
Los productos formulados con retinol permitirán la regeneración de la epidermis al estimular la producción de colágeno y elastina de forma natural. Además, es bueno para suavizar las arrugas y combatir la flacidez. También se recomiendan las fórmulas con ácido glicólico de forma espaciada, que exfolian los poros del cutis y mejoran la textura.
Independientemente del tipo de piel que presentemos, la doctora recuerda no olvidar el uso de protección solar todos los días del año, ya que los rayos del sol son uno de los mayores agentes externos culpables del envejecimiento prematuro. El sol no sólo es el causante de la sequedad de los tejidos, sino también de la aparición de manchas oscuras.
TRATAMIENTOS MÉDICOS PARA CADA TIPO DE PIEL
De manera complementaria a las rutinas que podamos practicar en casa, existen tratamientos complementarios de alta eficacia que pueden potenciar nuestras características y solucionar ciertos problemas. No obstante, la doctora recuerda que “todo protocolo debe ir prescrito de forma individual por un profesional médico”:
- En pieles jóvenes, los peelings químicos para exfoliar la piel y contribuir a la renovación celular son una de las técnicas más empleadas. Pero también está la terapia con láser con el objetivo de reducir cicatrices y manchas y la mesoterapia facial, que favorece la circulación sanguínea en el cutis para nutrir los tejidos desde las capas más profundas.
- En las pieles más maduras, se recomiendan los tratamientos con neuromodeladores para combatir arrugas y suavizar las líneas de expresión que se acentúan con el paso de los años. También están los rellenos dérmicos para devolver la firmeza a la barrea cutánea y recuperar el volumen perdido o el láser fraccionado, que trabaja manchas y cicatrices. Por último, está la terapia fotodinámica para estimular la producción de colágeno y reducir posibles inflamaciones.