El microblading tiene su origen en una técnica tradicional japonesa para tatuar denominada Tebori. Sin embargo, se trata de una nueva forma de maquillaje semipermanente cuyo objetivo es corregir y reconstruir parcial o completamente una ceja poco poblada o carente de pelo.
Está especialmente indicada para modificar la forma o el color, rellenar calvas o zonas poco pobladas, y aumentar la densidad de las cejas. Antes de comenzar, desde Patricia Montero, Instituto de Belleza & Salud realizan un diseño previo para que la clienta se sienta segura de su ceja y del color elegido.
Se lleva a cabo desarrollando un trazo individual de forma precisa, pelo a pelo. Las agujas desechables que se colocan en la parte inferior de la pluma se agrupan según la preferencia, aunque por lo general seis o siete agujas pueden soldarse juntas para la creación de líneas anchas o dos o tres agujas en la herramienta para líneas más finas.
Es una técnica indolora, no invasiva y superficial debido a que el pigmento es depositado en la epidermis, pero para evitar la más mínima molestia suele utilizarse alguna crema anestésica local.
En cuanto al resultado conseguido de los trazos, éste es fino y natural, haciendo casi imposible la distinción entre el pelo natural y el diseñado. La sesión dura de una hora y media a dos y a los treinta días se suele realizar un retoque. Al tratarse de una técnica tan superficial y con pigmentos minerales, suele tener una duración de entre nueve meses y un año.
Eso sí, este tratamiento resulta contraindicado en personas con diabetes, hipertensión, enfermedades de transmisión sanguínea, alergias, alteraciones de la piel, y cáncer de piel.