La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y, además, actúa como barrera con el exterior, por lo que está expuesta a todos los factores medioambientales capaces de dañarla. Pero también tiene que hacer frente a los cambios internos que vive el organismo a lo largo de su vida: los factores genéticos, el estilo de vida, el envejecimiento, desequilibrios hormonales o cambios en el volumen corporal. Todos estos elementos impactan de una manera u otra en las capas de nuestra piel y una de las consecuencias más comunes son las famosas estrías.
Las estrías son unas marcas rojizas o blanquecinas que se manifiestan por igual en hombres y mujeres y su aparición ocurre cuando la piel se estira más allá de su capacidad elástica. Son unos pequeños desgarros de las fibras de colágeno y elastina que dejan huella en la dermis tras vivir cambios rápidos en el peso, con el desarrollo físico característico de la pubertad, con un rápido crecimiento muscular o después del ensanchamiento típico del embarazo. Por ello, pueden aparecer en distintas partes del cuerpo: abdomen, glúteos, brazos, piernas, caderas, mamas…
ESTRÍAS ROJAS VS. BLANCAS
Probablemente haya observado que las estrías son de diferentes colores. Algunas son rojas o de aspecto púrpura, otras son blancas. Incluso puede que hayas notado que algunas de ellas van cambiando de color. Pues bien, esta característica responde al proceso de cicatrización de la piel. Las estrías rojas, también conocidas como rubras, son las más recientes y su tono indica que el tejido aún está inflamado y que existe un alto flujo sanguíneo en la zona. Con el tiempo, la inflamación baja y la circulación sanguínea se normaliza, haciendo que estas líneas se transformen en blancas.
Las estrías blancas o albas ya han atravesado el proceso de curación en la piel, por lo que resulta más difícil eliminarlas
Las estrías rojas suelen ser más anchas y sentirse más elevadas que las de aspecto blanquecino, precisamente por la inflamación de la piel. No obstante, con el paso del tiempo se vuelven plateadas o blancas, que es lo que se conoce como estrías blancas o albas. Llegadas a este punto, las estrías ya han atravesado el proceso de curación y, aunque son menos notorias que las rojas, lo cierto es que son más complicadas de combatir con tratamientos estéticos.
¿CÓMO PREVENIR LAS ESTRÍAS?
Las estrías no suponen ningún problema de salud, más allá de las posibles inseguridades y problemas de autoestima por su apariencia física. Son un simple cambio en el estado de la piel. No obstante, es comprensible que muchas personas busquen combatirlas o evitar su aparición y, para ello, es fundamental seguir un estilo de vida saludable que incluya el cuidado de la piel. La hidratación es uno de los aspectos más importantes y en ese objetivo es fundamental beber mucho agua para hidratar las células del tejido cutáneo y mantener la piel hidratada con cremas y aceites hidratantes y nutritivos.
Además de favorecer la elasticidad y firmeza de la piel, también es importante seguir una alimentación variada y equilibrada, rica en vitaminas y minerales. Es especialmente importante el consumo de vitaminas C y E (acción antioxidante y reparadora), zinc y proteínas para la salud de los tejidos cutáneos. Recordemos que la alimentación saludable ayuda no sólo a cuidar la piel desde dentro, sino a potenciar el bienestar de todo el organismo. Un hábito que hay que conjugar, asimismo, con la práctica de ejercicio regular.
TRATAMIENTOS CONTRA LAS ESTRÍAS
Como hemos visto, las estrías rojas son las más recientes, mientras que las blancas ya han atravesado su proceso de cicatrización. Este hecho va a marcar las posibilidades de eliminación de las estrías, puesto que las de aspecto blanquecino serán mucho más difíciles de combatir. Para aumentar las probabilidades de éxito, es importante incidir desde que las estrías son rojas y, en ese objetivo, los tratamientos dermoestéticos serán nuestros mejores aliados.
Las vitaminas C y E, el zinc y las proteínas ayudan a fortelecer el tejido cutáneo frente a las estrías
Entre ellos, podemos encontrar la terapia con láser, que utiliza luz láser para estimular el crecimiento de nuevo colágeno y elastina en la piel. También está la microdermoabrasión, que exfolia la piel con pequeñas partículas y promueve el crecimiento de nuevas células cutáneas. Por otro lado, los peelings químicos, las cremas y las lociones específicas para estrías favorecen la exfoliación de la piel, la regeneración celular y la hidratación posterior del tejido cutáneo.
Aunque cada persona es un mundo y la constancia y el tipo de estrías van a condicionar los resultados obtenidos, lo cierto es que las estrías rojas pueden desaparecer en cuestión de meses. Aquí entran en juego factores como la edad, la genética, el tipo de piel, la dieta y la actividad física, también el tiempo que ha pasado desde que aparece la estría hasta que actuamos sobre ella para eliminarla.