El verano puede llegar a ser dañino para tu piel sino le prestas atención. El calor puede dejar la dermis con irritaciones cutáneas, signos de envejecimiento y piel grasa. Si a esto se suma la humedad, el calor o la contaminación pueden ocasionar estragos en la piel, desde las más típicas imperfecciones, rojeces hastaacné. Incluso el bronceado puede pasar por el lado oscuro de los rayos UV causando manchas e hidratación.
La piel es el reflejo del alma. Basta con analizarla para conocer lo que puede ocurrir en ella. Al regresar de las vacaciones, esta suele estar seca, apagada e incluso, en ocasiones, la tez dorada se vuelve grisácea, la epidermis empieza a descamarse, las arrugas son más visibles y los poros producen puntos negros e imperfecciones.
De hecho, la melanina, colágeno y elastina se pueden ver dañados por los rayos UV provocando elastosis solar, es decir, la piel se vuelve más gruesa, amarillenta, surcada e irregular. Por ello, la llegada del otoño es necesaria para volver aclimatar nuestra piel con el deseo de mantener ciertos hábitos del verano durante el resto del año.
¿QUÉ RUTINA DE BELLEZA DEBERÍAS DE SEGUIR?
La farmacéutica Belén Acero nos proporciona las pautas poniendo como la más importante la protección solar: “En primer lugar, y me atrevería a decir que es el paso más importante e indispensable durante todo el año, es continuar aplicando a diario una protección solar de amplio espectro. Este gesto nos protegerá de la radiación solar tan dañina para la piel, produciendo una oxidación y, por tanto, desencadenando en un envejecimiento prematuro, la aparición (y el empeoramiento) de manchas, evaporación del agua transepidérmica y, por tanto, deshidratación (que pueden producir líneas finas por desecación) y, lo que es más importante, otros problemas cutáneos graves, como el melanoma”.
Otro de los hábitos es la limpieza facial tanto por la mañana como por la noche. En la limpieza matutina, eliminarás la suciedad, la transpiración de la piel acumulada durante la noche y algún resto de producto que haya quedado de la noche anterior. Mientras que en la limpieza de por la noche, se elimina la crema solar, el maquillaje y la suciedad e impurezas del día.
Una mala o inexistente limpieza puede producir obstrucción de los poros, acumulación de células muertas e impurezas que ralenticen la renovación celular. Si esto ocurriera, nuestra piel sería opaca, de textura rugosa y con falta de luminosidad. Por ello, Belén Acero recomienda que se adapte el limpiador facial al tipo de piel y sus necesidades para lograr una mayor eficacia:
- Pieles grasas con tendencia acneica. Aconseja productos no comedogénicos y libres de aceites. Puede llegar a ser interesante que cuente con principios activos como el ácido salicílico en formatos de mousse y gel hasta espumas faciales.
- Pieles secas. Uso de limpiadores suaves que no resequen ni dejen sensación de tirantez en la piel. Los productos ideales serían las leches limpiadoras, cremas, aceites o un producto jabono suave.
Por último, hidrata siempre tu piel sin importar la época del año. Una piel bien hidratada es necesaria siempre: en verano para combatir la deshidratación por las altas tempertura, en otoño por los cambios bruscos de temperatura de frio a calor, y en invierno por la sequedad que puede producir el frío y por la exposición a la calefacción.
Los hábitos son para todo el año manteniendo un tratamiento facial a base de ácido hialurónico o ceramidas que mantengan la barrera cutánea fortalecida. La protección solar, limpieza facial e hidratación son los 3 básicos que debe tener tu rutina durante todo el año.