Este lunes, 30 de mayo, se celebra el Día Mundial de la esclerosis múltiple. Una enfermedad desmielinizante, inflamatoria y degenerativa del sistema nervioso central que afecta 2,8 millones de personas en el mundo, de las que entre 50.000 y 55.000 se encuentran en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Y es que cada cinco minutos se produce un diagnóstico de esclerosis múltiple a nivel global, una detección que, sin embargo, no es sencilla debido a la gran variedad de síntomas que presentan los pacientes.
Los primeros síntomas de la esclerosis múltiple suelen comenzar en personas de unos 25-30 años, principalmente en mujeres. Y como el nombre de esta enfermedad indica son múltiples: alteraciones visuales, trastornos de la marcha, falta de fuerza, alteraciones de la memoria o de la atención y fatiga. Tan únicos como cada persona, por algo es conocida por la enfermedad de las mil caras.
Hay estudios que señalan que los síntomas de la EM pueden comenzar cinco años antes del diagnóstico
Como recoge Esclerosis Múltiple España, los primeros síntomas de una esclerosis múltiple son difíciles de identificar, de hecho, hay estudios que señalan que los síntomas de la EM pueden comenzar cinco años antes del diagnóstico. Algunos de los primeros signos son problemas de equilibrio, de visión, urinarios o cognitivos, también cosquilleo o entumecimiento, disfunción sexual y fatiga o debilidad. La fatiga es el síntoma más frecuente compartido por la gran mayoría de los pacientes, y constituye el síntoma invisible que más estigma genera hacia esta población.
Una vez que va avanzando la enfermedad encontramos temblores posturales y de intención, cuando se quiere coger un objeto, falta de coordinación de los movimientos, un habla lenta e incontinencia. Además, se produce dificultad para tragar, espasticidad, que son espasmos musculares involuntarios y rigidez y para los que actualmente hay poca opción terapéutica, visión borrosa, doble o neuritis, es decir, un daño en el nervio óptico que produce dolor o pérdida temporal de la visión. Y poco a poco todo esto va deteriorando la situación funcional de los pacientes y empeorando su calidad de vida.
DETECCIÓN
A raíz de los síntomas, los profesionales realizan el diagnóstico tras descartar diferentes patologías. No existe una prueba específica para detectar la esclerosis múltiple, por lo que a los pacientes se les realizan distintas pruebas que van desde un análisis de sangre para descartar otras enfermedades a una punción lumbar para recoger una muestra de líquido cefalorraquídeo del canal espinal para su análisis en el laboratorio. Esta muestra puede indicar anomalías en los anticuerpos que están asociadas con la esclerosis múltiple.
Además se realiza una resonancia magnética que revela las lesiones producidas por la esclerosis múltiple en el cerebro y la médula espinal con su acción desmielinizante, es decir, el daño a la capa que envuelve los nervios del sistema nervioso. Esta prueba es con la que más fácil se diagnostica a aquellos pacientes con esclerosis múltiple recurrente-remitente, es decir, en los caso que cursan con brote, que son la mayoría de las personas.
Para el 10% de pacientes que tienen una enfermedad progresiva primaria o síntomas inusuales, el diagnóstico es más complejo. En estos casos además de la resonancia magnética se realiza otras pruebas como el análisis de líquido cefalorraquídeo o las pruebas potenciales provocadas, que registran las señales eléctricas producidas por el sistema nervioso en respuesta a determinados estímulos como visuales o eléctricas.