La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) se posiciona como la tercera causa de muerte en el mundo. De acuerdo con los últimos datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2019 provocó más de 3,23 millones de fallecidos, de los que alrededor del 80% se concentraron en países de medios y bajos ingresos.
El tabaquismo se erige como uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de EPOC, pero es necesario concienciar sobre el papel que la contaminación del aire (tanto exterior como doméstico) y la exposición a polvos, humos y productos químicos, especialmente en determinados trabajos, aumentan cada vez más la prevalencia de los casos de EPOC.
¿Qué es la enfermedad pulmonar obstructiva crónica? ¿Quiénes tienen un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad?
La EPOC es una enfermedad pulmonar heterogénea caracterizada por la existencia de síntomas respiratorios crónicos (falta de aire, tos, expectoración, agudizaciones) y se debe a alteraciones de las vías aéreas y/o alveolos, causando una reducción persistente, a menudo progresiva, del flujo de aire.
El mayor factor de riesgo para la aparición de la EPOC es el consumo prolongado de tabaco. Otros factores de riesgo relacionados con esta enfermedad son la contaminación del aire en interiores, como la que se produce al usar combustibles sólidos en la cocina o la calefacción, la exposición al aire contaminado del exterior, así como trabajar en un ambiente con polvos, humos o productos químicos. Se sabe, además, que un trastorno genético llamado deficiencia de alfa-1 antitripsina puede provocar EPOC. Por otra parte, las infecciones en las vías respiratoria inferiores durante la infancia pueden contribuir también a la aparición de esta enfermedad.
Como esta enfermedad necesita años para desarrollarse, las personas de más edad tienen más posibilidades de padecerla que las más jóvenes.
Cuando hablamos de factores de riesgo de la EPOC destaca sin duda el tabaquismo, pero no podemos olvidar el papel que tiene la contaminación y como contribuye al empeoramiento de la enfermedad. ¿Cómo afecta la contaminación a las personas con EPOC?
La contaminación atmosférica juega un papel importante en la aparición de exacerbaciones o agudizaciones en los pacientes con EPOC. Así, en numerosos estudios se ha puesto de manifiesto que existe una asociación entre la exposición a corto plazo a diversos contaminantes ambientales y el riesgo de sufrir episodios de empeoramiento, ingresos hospitalarios y mortalidad por esta enfermedad.
"En numerosos estudios se ha puesto de manifiesto que existe una asociación entre la exposición a corto plazo a diversos contaminantes ambientales y el riesgo de sufrir episodios de empeoramiento, ingresos hospitalarios y mortalidad por esta enfermedad"
Así, por ejemplo, en un trabajo realizado en España en el que se analizaron más de 160.000 pacientes durante un periodo de 10 años, se encontró que tanto la temperatura como los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2), monóxido de carbono (CO), ozono (O3) y material particulado (PM10), se asociaban de forma significativa con los ingresos hospitalarios por exacerbación de EPOC y con la mortalidad durante el ingreso.
¿Puede la contaminación contribuir al desarrollo de EPOC en personas sanas?
Cada vez existe más evidencia que indica que la contaminación ambiental no solo empeora la enfermedad, sino que contribuye a reducir la función pulmonar en las personas expuestas y aumenta la prevalencia de EPOC.
En este sentido, en las principales guías de manejo de esta enfermedad, tanto nacionales (GesEPOC) como internacionales (GOLD), se reconoce que la exposición a largo plazo a los contaminantes ambientales puede contribuir al desarrollo de EPOC en personas sanas.
Los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes, como demuestra el aumento de los fenómenos climatológicos extremos tales como olas de calor, incendios forestales y sequías. ¿Está suficientemente considerado el cambio climático como un factor de riesgo para la EPOC, al mismo nivel que el tabaquismo o la contaminación?
La contaminación ambiental se ve agravada por el cambio climático. Los cambios bruscos de temperatura y de humedad, asociados a la contaminación, pueden ocasionar descompensaciones en los pacientes con EPOC.
"Cada vez existe más evidencia que indica que la contaminación ambiental no solo empeora la enfermedad, sino que contribuye a reducir la función pulmonar en las personas expuestas y aumenta la prevalencia de EPOC"
En diversos estudios se ha demostrado la existencia de una conexión entre la exposición al calor extremo y un mayor riesgo de problemas de salud y muerte en pacientes con EPOC.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa de que en 2019 la EPOC provocó en todo el mundo 3,23 millones de defunciones. Más del 80% de estos decesos se produjeron en países de ingresos medios y bajos, y casi el 90% de las muertes por EPOC en menores de 70 años se producen en las naciones con menos recursos. ¿Por qué se produce esta situación?
Esta situación puede deberse a que en los países de ingresos medianos y bajos no se aplican de forma adecuada las estrategias de prevención y la disponibilidad de los tratamientos es más limitada, de forma que no siempre son accesibles para los pacientes afectados.
La OMS ha advertido de que el 99% de los habitantes del planeta no respiran aire contaminado que no cumple con sus estándares de calidad.
¿Cómo afecta a los niños, desde el punto de vista a su salud respiratoria, crecer y desarrollarse en estas condiciones?
Existen evidencias que indican que la contaminación atmosférica puede influir en la maduración y en el desarrollo pulmonar en los niños. Así, por ejemplo, en su estudio de salud infantil realizado en 10 comunidades del sur de California, en el que se incluyeron 1.759 niños con una media de edad de 10 años y que fueron seguidos durante 8 años, se detectó una clara asociación entre la exposición a contaminantes ambientales y la disminución de la función pulmonar a la edad de 18 años.
También se ha constatado que las mejoras a largo plazo en la calidad del aire tienen un efecto positivo en la población infantil, tanto en la clínica como en los parámetros de función respiratoria.