El pasado 7 de octubre, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sorprendía a propios y extraños con el cese fulminante de Ana Dávila-Ponce de León, la viceconsejera de Asistencia Sanitaria de la Comunidad de Madrid y nombraba en su lugar a Juan González Armengol, hasta entonces jefe de urgencias del Hospital Clínico de San Carlos de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).
Hasta aquí todo parece normal. Los gobiernos cambian y se renuevan, y en época de pandemia, parece casi lógico. Pero lo que no es muy normal es cómo se produce el cambio, quien convenció a la presidenta de este relevo (sin saberlo el propio Consejero de Sanidad) y el porqué del nombramiento de González Armengol y no otro, posiblemente más cualificado para ocupar este cometido en la sanidad madrileña en el momento actual.
Nadie duda de la profesionalidad y el buen hacer del Dr. González Armengol como médico. Los que le conocen bien no titubean en afirmar que es un excelente profesional, pero también afirman que le traiciona en ocasiones su falta de talante, su fuerte carácter, su arrogancia e incluso, a veces, su prepotencia; cualidades que deberían estar reñidas con la actividad política en los tiempos que corren. Pero es posible que precisamente estas “cualidades” hayan sido las que vio la presidenta Díaz Ayuso para incorporarle al equipo de la Consejería de Sanidad, motivada por la presión ejercida por su Consejero de Hacienda y Función Pública, Javier Fernández-Lasquetty, que llevaba tiempo insistiendo en incorporar un “Dóberman” en las filas de la Consejería de Sanidad para dar un cambio en la gestión de la sanidad madrileña y de paso “morder” al propio Ministerio de Sanidad.
Cinco días después de la aparición de González Armengol en Tele5, con una intervención crítica con la gestión del Ministerio de Sanidad, fue nombrado viceconsejero
Recordemos que Fernández-Lasquetty dimitió como consejero de Sanidad de Madrid el 27 de enero de 2014, con el Gobierno de Ignacio González, tras casi cuatro años al frente de ese departamento, después de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) tumbara el plan de privatización iniciado en la etapa de Esperanza Aguirre y que desató las protestas de la Marea Blanca. No parece por tanto la persona más adecuada para dar consejos sobre la gestión de la Sanidad madrileña.
No es casualidad que tan sólo cinco días después de la aparición de González Armengol en el programa de Ana Rosa Quintana en Tele 5, con una intervención tremendamente crítica con la gestión del Ministerio de Sanidad, con afirmaciones como "Dentro de un tiempo igual no hay gente a la que confinar, ¡a ver si espabilamos!", fuera nombrado viceconsejero. Ayuso y Lasquetty habían encontrado a su "Dóberman".
La victima elegida: Ana Dávila-Ponce de León. Psicóloga clínica cuya trayectoria política comienza en el año 2011 cuando forma parte de la corporación municipal del Ayuntamiento de Las Rozas, como Concejal Delegada de Sanidad, Familia y Menor, puesto que desempeña hasta finalizar la legislatura, en 2015. Inicia en este mismo año su dedicación en la Comunidad de Madrid como Asesora Técnica de la Consejería de Presidencia, Justicia y Portavocía del Gobierno. En septiembre de 2017 es nombrada Directora de Gabinete del Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. El 25 de mayo de 2018 es nombrada Directora General de Humanización y Atención al Paciente, en la Consejería de Sanidad. El 24 de septiembre de 2019 es nombrada Viceconsejera de Asistencia Sanitaria de la Comunidad de Madrid. Su trayectoria política y profesional avalan con creces la capacitación para desempeñar los puestos que ha ocupado en la política Sanitaria de Madrid, pero parece que su buen talante, su empatía, su capacidad de dialogo y su cercanía en la gestión han sido un hándicap para la presidenta y su consejero de Hacienda, que claramente han preferido un perfil mucho más agresivo.
El resultado de esta decisión se llama Juan González Armengol que en tan sólo un mes en el cargo, ha dinamitado una gran parte de los puentes que había creado Ana Dávila y el Consejero de Sanidad de Madrid y que rápidamente el nuevo viceconsejero se ha encargado de romper sin motivo aparente.
Fuentes del propio Servicio Madrileño de Salud aseguran que el acual viceconsejero ha perdido el pulso del día a día y está más dedicado a asuntos de visibilidad política y no de gestión
Fuentes técnicas del propio Servicio Madrileño de Salud aseguran que el actual viceconsejero ha perdido el pulso del día a día, que la escasa presencia es por video conferencias, y que en plena segunda ola de la pandemia y confinamiento, está más dedicado a asuntos de visibilidad política y no de gestión teniendo en cuenta que el cargo de viceconsejero es de ejecución, no político; que para eso ya está el consejero, sentencian las mismas fuentes.
Hay que recordar que antes del nombramiento de Armengol, la Conserjería de Sanidad de Madrid ya había puesto en marcha el plan estratégico para combatir la segunda ola de la pandemia de Covid-19. Un plan aprobado por la propia presidenta, Díaz Ayuso y que Ruiz Escudero, Consejero de Sanidad, lo ha defendido con uñas y dientes ante las múltiples críticas y trabas impuestas por el Ministerio de Sanidad y la Presidencia del Gobierno.
El plan estratégico, que no sólo ha dado resultado, si no que es un ejemplo para el resto de Comunidades Autónomas y otras capitales europeas, ha conseguido doblegar la curva, reducir notablemente la incidencia del virus, bajar la presión hospitalaria, reducir la mortalidad y estabilizar las UCI,s hospitalarias. Además de mejorar la situación de la pandemia en Madrid, Ruiz Escudero con su plan, ha salvado la salud y la economía de los madrileños, la dignidad de la presidenta y muy posiblemente su continuidad en el cargo. Hoy día todos los dirigentes del Partido Popular y parte de la oposición alaban la gestión de Díaz Ayuso en la pandemia (es decir, la gestión de Ruiz Escudero) y para conseguirlo no ha hecho falta un "Dóberman" en la Sanidad madrileña.