La gestión de la crisis del coronavirus por parte de las autoridades responsables en España, pasará a la historia con nombres propios. El primero de ellos, indudablemente, es el de Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno se erige como el responsable máximo de todos y cada uno de los pasos que se han dado y dan en la lucha contra una pandemia sin precedentes en nuestra historia reciente.
El Estado de Alarma, adalid de la estrategia adoptada por el Ejecutivo central, ha conseguido refrendar su tercera prórroga en el Congreso de los Diputados. Y lo ha logrado por la comprensión de la mayoría de los grupos parlamentarios de la necesidad de controlar la transmisión comunitaria y no por el acuerdo sobre la gestión de la crisis de Sánchez.
Otro de los nombres por los que se recordará esta crisis es Salvador Illa. El ministro de Sanidad se posiciona como la competencia máxima en asuntos sanitarios en nuestro país y de sus decisiones, depende el rumbo de la salud del conjunto de los españoles.
Pero Illa no ha tenido suerte en esta crisis. Apenas un mes después de tomar posesión como Ministro de Sanidad, con el asombro de prácticamente todo el sector salud, empieza a gestarse la mayor crisis sanitaria de la historia reciente de nuestro país y de todo el mundo. La pandemia del Covid-19 nos ha pillado a todos sin recursos, en muchos casos porque se ha tardado en reaccionar y en otros porque al Ministro no le ha dado tiempo a formar su propio equipo de gestión en el Ministerio. Ha coincido el peor equipo en el peor momento para gestionar la peor crisis sanitaria.
La falta de experiencia de Salvador Illa en el sector salud, el desconocimiento de sus profesionales y la falta de tiempo ha hecho que repita prácticamente el mismo equipo que tenía la Ministra Carcedo, manteniendo a Faustino Blanco, como Secretario General de Sanidad, a Pilar Aparicio Azcárraga, Directora General de Salud Pública, Calidad e Innovación y a Patricia Lacruz, como Directora General de Cartera Básica de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia, la responsable última de velar por la eficacia, calidad y seguridad de los medicamentos y productos sanitarios que se consumen en España.
El resultado ha sido caótico en la gestión de la crisis, con grandes errores sobre los que el Gobierno y el Ministerio de Sanidad han quitado importancia tal y como señalaba Sánchez en el último pleno en el Congreso para solicitar la prórroga del Estado de Alarma: “Hemos cometido errores, pero también algunos aciertos. Estamos haciendo cosas de manera acertada”.
“Hemos cometido errores, pero también algunos aciertos. Estamos haciendo cosas de manera acertada”
Sin duda la situación por la que estamos atravesando ha provocado que los mercados internacionales y especialmente el Chino, se transformen en un mercado Persa donde no te puedes fiar de nadie; el mejor postor es el que se lleva la mejor presa y donde el engaño está a la orden del día. Por eso es determinante que la persona responsable de invertir los recursos de todos y velar por el bienestar de la ciudadanía conozca muy bien lo que hace y lo que es más importante, se deje asesorar por las personas e instituciones que tengan experiencia en estos temas. Y esto precisamente es lo que no se ha hecho.
La iniciativa del Ministerio en lanzarse a la aventura de comprar en el mercado Chino sin dejarse aconsejarnos ha costado caro. Según publicaba el diario La Razón, la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) facilitó un listado detallado de los fabricantes nacionales e internacionales, así como, los principales importadores de mascarillas, batas, guantes, equipo de protección (EPI), etc. indispensables para luchar contra la pandemia del Covid-19 al cual hizo caso omiso el Ministerio y optó por comprar a proveedores que, o no tenían las garantían mínimas para su uso o el producto que entregaron no tenia la calidad adecuada. El resultado ha sido desastroso: más de 640.000 test fallidos comprados a China y miles de mascarillas defectuosas que han sido repartidas entre las Comunidades Autónomas poniendo en peligro a unos profesionales sanitarios cuyas fuerzas y capacidades están cada vez más mermadas y, a pesar de todo, son el auténtico frente de batalla de este país.
Patricia Lacruz se erige como una de las manos ejecutoras de muchas de las decisiones tomadas en esta crisis como consecuencia inherente al cargo que ostenta. Mientras Sánchez e Illa, con mayor o menor acierto comparecen ante el conjunto de los españoles para dar explicaciones y someterse a las preguntas de los medios de comunicación, Lacruz permanece en un más que discreto segundo (e incluso tercer) plano a pesar de que su departamento ha desempeñado un papel crucial en los grandes errores de esta crisis.
No es de extrañar que el Ministro haya optado por apartar a Lacruz después de su lamentable intervención en la última comparecencia sobre este asunto (y sobre cualquiera relacionado con el devenir de la crisis sanitaria desde entonces) que se produjo el pasado 28 de marzo. Su respuesta, diluida, inconclusa y carente de cualquier información importante que esclareciese los fallos en el proceso de compra, fue la siguiente: "Todos los pedidos se realizan a empresas, en este caso fabricantes, distribuidores, intermediarios, empresas que nos garantizan el objetivo del producto. Este es el fin para adquirir cualquier producto para hacer frente a la infección de la Covid-19. Estas empresas pueden ser nacionales o de otros países".
Lacruz permanece en un más que discreto segundo (e incluso tercer) plano a pesar de que su departamento ha desempeñado un papel crucial en los grandes errores de esta crisis
Han tenido que pasar más de 20 días para que conozcamos el proveedor intermediario. Una información hecha pública por los medios de comunicación y no por las autoridades responsables, lo que también pone en entredicho la política de comunicación del Gobierno que se refleja en la encuesta ConSalud.es, donde el 68,87% de los participantes la valora como pésima (47,08%), muy mala (11,98%) o mala (9,81%).
Las comunidades autónomas se han visto obligadas a aislar a miles de sanitarios como consecuencia de las citadas mascarillas defectuosas. Un error que se ha traducido ya en decenas de trabajadores de la salud infectados. El departamento de Lacruz ordenó su retirada una vez que los distintos centros sanitarios comenzaron a reportar los fallos.
Hecho que llama la atención si tenemos en cuenta que, tal y como ha explicado Illa en varias ocasiones, todos los productos sanitarios adquiridos son sometidos a escrupulosos controles de calidad para asegurar que cumplen con todos los requisitos y estándares.
Hecho que llama la atención si tenemos en cuenta que, tal y como ha explicado Illa en varias ocasiones, todos los productos sanitarios adquiridos son sometidos a escrupulosos controles de calidad para asegurar que cumplen con todos los requisitos y estándares
MÁS POLÉMICAS
Lo cierto es que esta no es la única polémica que sobrevuela la gestión de Patricia Lacruz y su departamento. El pasado mes de octubre de 2019 conocíamos la noticia de que la Dirección General de Cartera Básica de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia, había iniciado el procedimiento relativo a la exclusión de la financiación de los medicamentos Sysadoas para el tratamiento de la artrosis, tal y como adelantó en exclusiva ConSalud.es el pasado 25 de octubre.Una decisión muy criticada en la que los argumentos de Patricia Lacruz han sido echados por tierra por la evidencia científica.
A su departamento también se le ha culpado del estancamiento que ha sufrido en los últimos tiempos la industria de los medicamentos genéricos. En este sentido, y ante las acusaciones de falta de transparencia en la desfinanciación de los medicamentos para los enfermos de artrosis, manifestaba en noviembre de 2019 que “el paciente no tiene que preocuparse de lo que cuesta un medicamento más allá de la garantía al acceso equitativo que tenga, y eso lo debe garantizar el sistema”.
En este contexto y a raíz de la crisis del coronavirus, los pacientes de EPOC reclaman insistentemente que desaparezca el visado para el tratamiento de la triple terapia que proporciona una mayor adherencia al tratamiento y una mejor y mas sencilla dosificación. En este aspecto, es totalmente incomprensible que Lacruz no haya retirado el visado a estos tratamientos teniendo en cuenta que el Sistema Nacional de Salud se ahorraría un 15% de la factura farmacéutica de estos medicamentos (es más barato el medicamento que tiene visado de los que no necesitan) y mejoraría considerablemente la salud y calidad de vida del paciente.
Otra de las polémicas generada en su departamento ha sido el misterioso bulo que corrió por el ministerio para que nadie accediera a la subdirección del departamento de Patricia Lacruz, donde, distintas fuentes cercanas al Ministerio aseguraban a ConSalud.es que los funcionarios no se plantean concursar y optar a esta vacante porque se rumoreaba que la plaza ya estaría adjudicada a Dolores Fraga. Unos rumores que despertaron la atención del propio Ministro.
La crisis del coronavirus ha sido la gota que ha colmado el vaso ya demasiado lleno de la gestión de Patricia Lacruz. Los hechos expuestos a lo largo de estas líneas dejan en evidencia una falta de transparencia y una protección por parte de las autoridades sanitarias españolas que no puede comprenderse, aunque se "entiende" tras los últimos acontecimientos referidos en la gestión de la crisis del coronavirus ya que la estrategia ha pasado más por esconder los errores a la opinión pública que por asumir y depurar responsabilidades.
La gestión de la crisis sanitaria, valorada por el 69% de los españoles con un suspenso según la encuesta de ConSalud.es, no es solo atribuible a Pedro Sánchez y Salvador Illa, pero sin duda ellos son los responsables de la gestión de su equipo. Parece claro que cuando termine esta pesadilla y en el caso de que el Ministro Illa siga como titular de la cartera de Sanidad lo primero que debe hacer es cambiar su equipo al completo por el bien de la salud de todos.