El impacto en la huella de carbono del uso de inhaladores es una cuestión en auge en el sector sanitario, motivado por las argumentaciones que neumólogos, médicos de Familia y políticos han expuesto en los últimos meses a la hora de abordar patologías como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Desde una perspectiva histórica, el protocolo de Montreal de 1987 contemplaba la eliminación de forma gradual de la producción y uso de los clorofluorocarbonos (CFC) y su sustitución por hidrofluorocarbonos (HFC). Si bien los HFC no merman la capa de ozono, lo cierto es que producen gases invernadero, con un efecto sobre el cambio climático hasta 2.900 veces más potente que el CO2.
En este contexto, otros dispositivos como los inhaladores de polvo seco (DPI, por sus siglas en inglés Dry Powder Inhaler) y niebla fina (SMI, de sus siglas Soft Mist Inhaler), tienen una huella de carbono 18 veces menor, demostrando que son iguales de efectivos y tienen el mismo precio que los inhaladores de dosis medida presurizados (pMDI, por sus siglas en inglés pressurized Metered Dose Inhaler).
A igualdad de condiciones y priorizando el mejor tratamiento para el paciente, los especialistas en Neumología apuestan por los inhaladores de polvo seco como la alternativa óptima para proteger el medioambiente
Con la vista puesta en España, se consumieron en nuestro país 30.773.246 inhaladores en el año 2020. De todos ellos, un total de 14.924.119 son en formato de aerosol presurizado, 13.754.254 en polvo seco y 2.094.873 de niebla fina. La preocupación de los expertos reside en el primer grupo, los HFC.
Y es que, en un ejemplo gráfico, estos productos tienen un impacto semejante a 13.000 vuelos Madrid-Londres. De igual modo, un inhalador del tipo MDI tiene un impacto equivalente a un coche medio europeo recorriendo 290 kilómetros.
A igualdad de condiciones y priorizando el mejor tratamiento para el paciente, los especialistas en Neumología apuestan por los inhaladores de polvo seco como la alternativa óptima para proteger el medioambiente. De hecho, existen estudios que dicen que, si se cambiara cada semana un inhalador pMDI por un DPI, en 10 años el ahorro de toneladas de CO2 sería de casi cuatro millones.
En un ejemplo gráfico, estos productos tienen un impacto semejante a 13.000 vuelos Madrid-Londres. De igual modo, un inhalador del tipo MDI tiene un impacto equivalente a un coche medio europeo recorriendo 290 kilómetros
En este sentido, los expertos precisan que el 90% de los pacientes pueden manejarse con los inhaladores de polvo seco. El problema, añaden, reside en la falta de conocimientos sobre esta materia entre profesionales sanitarios y pacientes. Por todo ello, apuestan por la formación y la información para revertir la coyuntura.
A nivel internacional, son muchos los Estados que, desde hace años, recomiendan el uso de inhaladores con baja huella de carbono, libres de HFCs, siempre y se prioricen las necesidades de los pacientes.
En España las sociedades científicas de la talla de Neumomadrid a nivel regional o SEPAR en el entorno nacional comienzan a pronunciarse en este sentido, como ya han hecho en el pasado la British Thoracic Society, la guía NICE o el National Health Service inglés.