El papel del dentista es fundamental en la detección y tratamiento de la celiaquía ya que en muchas ocasiones “los síntomas orales pueden ser las primeras o las únicas manifestaciones de la celiaquía en personas no diagnosticadas” explica el Dr. Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas.
En España se estima que una de cada 100 personas padece enfermedad celiaca y alrededor del 85% de los afectados aún no ha sido diagnosticado, según los datos de Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE). Una realidad que preocupa, dado que esta falta de diagnóstico puede conllevar el desarrollo de numerosas patologías y síntomas.
“La enfermedad celiaca y la salud bucodental están estrechamente relacionadas”, apunta Castro
Las visitas frecuentes al dentista ya se han mostrado efectivas para la detección precoz de enfermedades como el cáncer oral y Castro remarca que “la visita al dentista es clave por dos motivos: porque puede detectar los signos de esta enfermedad cuando todavía no ha sido diagnosticada y derivar al paciente al especialista para que lo confirme; y porque, una vez diagnosticada la celiaquía, el dentista podrá tratar de forma precoz cualquier afección relacionada con la enfermedad y mejorar así la calidad de vida del paciente”.
Los signos más conocidos de esta patología son hinchazón y dolor abdominal, pérdida de peso, diarrea o estreñimiento. Pero la celiaquía no solo afecta al aparato digestivo, también se refleja en la cavidad oral.
Los pacientes celiacos suelen presentar patologías asociadas a esta enfermedad, como boca seca, caries, hipoplasia del esmalte o aftas bucales
Las personas celiacas sufren sequedad bucal (Xerostomía) ya que esta enfermedad provoca que el organismo produzca menos saliva. Eso implica una alteración importante en las mucosas las cuales se vuelven irritadas y enrojecidas. Además, la saliva cumple con muchas funciones, siendo una de ellas la lubricación de la cavidad oral. Esta alteración de la mucosa hace que sean más fáciles determinadas infecciones bacterianas o víricas debido a la disminución de las proteínas defensivas. La disminución de la saliva y el síndrome de boca semana aumenta el riesgo de caries y de enfermedades periodontales.
Otra de las enfermedades orales más comunes entre quienes sufren celiaquía es la hipoplasia del esmalte, una afección que aparece en el esmalte dental antes de que erupcionen los dientes y se debe a determinados factores inmunitarios y nutricionales, como falta de calcio, ácido fólico y vitamina B. Esto provoca un esmalte dental con rugosidades, surcos y en ocasiones con manchas.
La mala absorción de nutrientes en estos pacientes, como el hierro sérico el ácido fólico y las vitaminas B5 y B12, origina la aparición de llagas de diferentes tamaños, normalmente muy dolorosas, en la lengua, el paladar blando y la mucosa de los carrillos.
Algunas personas celiacas también pueden notar inflamación de la lengua (con ardor y escozor) así como lesiones o fisuras en la comisura de los labios.
La celiaquía también puede tener implicaciones en la salud bucodental de los niños. El retraso en la erupción dental, el crecimiento asimétrico de los dientes o altos niveles de placa bacteriana pueden ser una de las “señales de alarma” para el dentista de un caso de celiaquía. Un inicio temprano de una dieta sin gluten puede dar lugar a trastornos en la mineralización del esmalte dental.
Los expertos remarcan la importancia de que las personas celiacas tengan una rutina estricta de higiene bucodental, cepillándose los dientes con pasta dentífrica fluorada durante dos minutos después de cada comida o, como mínimo, por la mañana y por la noche. El Dr. Óscar Castro insiste en que “hay que incidir en la higiene interdental, utilizando seda dental o cepillo interdental para acceder a donde no llega el cepillo. Si el dentista lo considera oportuno, prescribirá un colutorio adecuado para cada paciente, pero en ningún caso sustituirá al cepillado”.