Es conocido que la vitamina D es buena para nuestro organismo pero también es fundamental para una buena salud bucodental. Esta vitamina cumple una función importante en el mantenimiento de la salud ósea y dental, ya que facilita la absorción del calcio y fósforo. Además, estudios apuntan que los niveles bajos de vitamina D están directamente relacionados con la enfermedad periodontal.
Eduardo Anitua, doctor en Medicina y Cirugía, especialista en Estomatología indica que la vitamina D “es una de las vitaminas imprescindibles para la formación normal de los huesos y los dientes y para la absorción del calcio a nivel intestinal”.
“Cuando nuestros niveles de vitamina D son inferiores a los normales, 30-60 ng/ml pueden verse alteraciones en la cavidad oral como hipersensiblidad en los dientes, boqueras o atrofia de las papilas liguales”, apunta el Dr. Anitua. La vitamina D también influye en la mineralización del hueso, lo que apunta “puede afectar en la respuesta a determinados tratamientos dentales como las cirugías dentales o las extracciones dentarias”.
Esta vitamina tiene beneficios directos para nuestra salud bucodental ya que fomenta la formación de células madre en huesos y dientes: aumenta la fortaleza de nuestros huesos y dientes. Al fortalecer el esmalte, por ejemplo, los dientes son más resistentes a roturas o a la aparición de caries. También regula el nivel de calcio en sangre facilitando el correcto funcionamiento de nervios y músculos otorgándoles la elasticidad que necesitan.
El aumento de la densidad mineral del tejido dentario lo hace menos propenso a las caries u otras patologías dentales
La vitamina D también controla los niveles de serotonina y dopamina, lo que nos hace estar más felices y refuerza el sistema inmunológico reduciendo el riesgo de contraer enfermedades.
Otro de los beneficios de tener unos niveles óptimos de vitamina D es que se estimula la creación de colágeno, el principal componente de las encías y encargado de mantener unido el tejido conectivo.
“El verano es un momento clave para aumentar nuestros niveles de esta vitamina al estar más expuestos a nivel del sol de manera continua, pero hablamos de una exposición 15 ó 20 minutos al día”, señala el Dr. Anitua.
EL 75% DE LOS ESPAÑOLES TIENEN NIVELES BAJOS DE VITAMINA D
Según un estudio publicado en la revista Scientific Reports (Nature) y dirigido por la Doctora Diana Díaz Rizzolo, nutricionista y miembro del área de nutrición de la Sociedad Española en Endocrinología y Nutrición: “Menos del 10% de la población española tiene mediciones de vitamina D en los últimos años. De todos los que tienen medición, el 75% presenta niveles de vitamina D subóptimos y se ha prescrito suplementación a menos de la mitad de ellos”.
Existen diversas hipótesis que incluyen el uso extendido de protectores solares que frena la producción endógena, menor exposición solar, dietas deficitarias y la no fortificación de alimentos. La Dr. Rizzolo apunta que “la exposición solar sin protección algunos minutos del día sería una buena forma si nos fijásemos exclusivamente en los niveles de vitamina D pero el riesgo de desarrollar problemas de salud en la piel como cánceres o el propio envejecimiento de esta hacen que no sea una recomendación extendida a toda la población. En su lugar, la fortificación de alimentos comúnmente consumidos sería probablemente la mejor solución a nivel poblacional”.
España es uno de los países europeos con más horas de sol y sin embargo nuestra población presenta cifras menores que algunos países nórdicos “donde las campañas de prevención primaria se encuentran enormemente extendidas y llevan años instauradas”, apunta la doctora. “Por ejemplo, países como Finlandia, Reino Unido, Islandia o Suecia las utilizan ya sea a través de la fortificación de alimentos comunes como la leche, los cereales o el zumo de naranja, o bien, a través de la suplementación preventiva en población de riesgo”.
La doctora destaca que “a pesar de la elevada evidencia científica en relación a la carencia de esta vitamina en nuestra población y de su asociación con la presencia y desarrollo de ciertas patologías crónicas y agudas, no existen claros ensayos que demuestren su uso como suplementación para tratarlas. Eso ha llevado a ciertas regiones de España a evitar sus mediciones y hasta incluso penalizar a los facultativos que lo soliciten a población considerada de bajo riesgo”.