En verano el cambio de nuestras rutinas puede afectar a nuestra salud bucodental, no sólo por la relajación en las medidas de higiene bucal sino también porque cambiamos nuestra forma de alimentarnos. Comemos más fuera de casa y abusamos en algunos casos de alimentos con mucho azúcar o bebidas frías.
Estos cambios pueden provocarnos sensibilidad dental por lo que los expertos recomiendan visitar al dentista en caso de sentir dolor. Cuando la dentina -el tejido más abundante del diente- pierde la protección del esmalte o de cemento (en la raíz), se produce una irritación de los nervios de la dentina, dando lugar a la sensibilidad y/o dolor dental.
El Dr. Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas, explica que la mayoría de las sensibilidades dentales son transitorias: “Se producen como consecuencia de unos determinados estímulos que originan el dolor y desaparecen cuando el estímulo cesa. En caso contrario, se recomienda acudir al dentista para descartar otras causas como determinadas caries o enfermedad periodontal que también originan sensibilidad”.
LOS ENEMIGOS DE LOS DIENTES EN VERANO
Uno de los enemigos de los dientes en verano es el hielo, presente en casi todas nuestras bebidas. Según la Asociación Dental Americana, masticar una sustancia dura, como el hielo, puede dañar el esmalte e incluso provocar fracturas en los dientes, daños en coronas o lesionar las encías.
Los cítricos es otro de los alimentos cuyo consumo aumentamos durante el verano. Las frutas cítricas tienen un alto contenido de vitamina C y otros nutrientes muy saludables para tu organismo, pero no tanto para tus dientes. Los ácidos presentes en algunas frutas como el pomelo o el limón, pueden llegar a erosionar el esmalte dental, haciendo tus dientes más sensibles y vulnerables a la caries. La naranja es también rica en vitamina C pero contiene menos ácido por lo que sería la opción de consumo más recomendable. Los expertos indican que tras su consumo lo mejor es cepillarse los dientes y usar hilo dental.
El aumento de las temperaturas en los meses de verano provoca un aumento en el consumo de refrescos. Estas bebidas por su alto contenido de azúcar contribuyen a la formación de caries, incluso las bebidas bajas en azúcar pueden dañar el esmalte de los dientes con el tiempo. Pero hay algo más dañino que el azúcar en estas bebidas: los ácidos.
Algunas empresas de bebidas gaseosas concentran en los meses de verano el 30% de las ventas totales anuales
Estas bebidas, según Institutos Odontológicos, tienen un pH muy ácido, entre 1,5 y 3, lo que propicia la desmineralización del esmalte. Este tejido fundamental para la protección de los dientes está compuesto en su gran mayoría por elementos inorgánicos (95%), como el calcio, que son vulnerables a la acción de los ácidos, teniendo en cuenta que la desmineralización tiene lugar con pH inferior a 5,5. Los expertos recomiendan tomar estos refrescos con pajita para restringir la exposición de las piezas dentales a los ácidos y azúcares, tomar agua tras su consumo, no prolongar su ingesta durante mucho tiempo y cepillarnos los dientes después de tomar esta bebida.
Los caramelos son otro de los enemigos de tus dientes y su consumo también aumenta en verano. Los expertos indican que los caramelos más pegajosos, como los masticables, son los más perjudiciales para nuestra dentadura ya que pueden adherirse a tus dientes por mucho tiempo, causando bacterias. Las bacterias queman el azúcar y la convierte en ácido que elimina la capa protectora del esmalte dental y ocasiona caries.
Otra de las bebidas cuyo consumo aumenta en la época estival es el alcohol, que provoca un efecto de deshidratación en nuestro cuerpo. Cuando lo bebemos nuestra boca se reseca y disminuye el flujo de saliva, imprescindible para la limpieza bucal, lo que provoca un aumento del riesgo de caries e infecciones. Por eso durante el verano es importante ingerir mucha agua o frutas como la sandía que al contener casi un 80% de agua, hidrata nuestra boca, desempeñando así una función de limpieza bucal que aleja bacterias dañinas.
Algunos alimentos de los que también se abusa en verano son malos para la pigmentación de nuestros dientes. Es el caso del vino que mancha los dientes y contiene taninos, sustancias que tienden a secar la boca y hacer que los dientes queden más “pegajosos”. Tanto el blanco como el tinto contienen ácido erosivo que ocasiona que las manchas de otros alimentos y bebidas se instalen más profundamente en los dientes.
El consumo de snacks también es más recurrente en verano. Algunos como las patatas fritas son dañinos para nuestra dentadura por ser consideradas como acidogénicas, es decir, que su alto porcentaje de almidón, al contacto con la saliva se convierte en ácidos que evidentemente son perjudiciales para la placa. Los expertos recomiendan usar hilo dental tras su consumo para eliminar las partículas atrapadas.