Un grupo de investigadores japoneses ha analizado la relación entre la enfermedad periodontal y la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD). Se trata de una patología caracterizada por la acumulación de lípidos en el hígado que afecta a individuos que no consumen alcohol o lo consumen en pequeñas cantidades. Esta enfermedad afecta aproximadamente al 27% de la población mundial, y puede progresar a esteatohepatitis no alcohólica e incluso a fibrosis hepática.
Un estudio reciente ha tejido una conexión entre la salud bucal y el estado hepático: las encías que sangran durante el cepillado podrían alertar de padecer hígado graso. Según el Sistema Nacional de Salud (NHS) en el Reino Unido, el sangrado de las encías mientras nos cepillamos los dientes podría ser una de los signos de advertencia de la cirrosis. La razón es que un hígado dañado puede afectar la producción de proteínas necesarias para la coagulación de la sangre.
Los resultados mostraron que la pérdida dental se relacionaba con un mayor riesgo de hígado graso no alcohólico
El estudio de investigadores japoneses estableció un vínculo entre los niveles plasmáticos de enzimas hepáticas y la enfermedad periodontal. Un estudio mostró que la periodontitis se asociaba a niveles elevados de alanina aminotransferasa (ALT) en varones. En otro, los autores observaron una asociación entre los niveles altos de gamma glutamil transpeptidasa y la presencia de bolsas periodontales profundas en adultos. Asimismo, mostró que la pérdida dental se relacionaba con un mayor riesgo de padecer de hígado graso no alcohólico.
Según los expertos, la enfermedad de hígado graso puede estar vinculada a factores como el sobrepeso o la falta de ejercicio. En sus primeras etapas puede ser asintomática, pero puede evolucionar hasta provocar una cirrosis.
Esta vinculación de una enfermedad hepática y enfermedades bucodentales viene a demostrar una vez más como la salud general está vinculada a la salud oral.