Los sangrados abundantes y dolorosos, también conocidos como menorragias, son un trastorno muy frecuente entre las mujeres en edad fértil. Sin embargo, se trata todavía de un problema invisibilizado entre las propias pacientes, en parte por su normalización social. Así lo cuenta para ConSaludTV, en colaboración con Hologic, la doctora Sonia Martínez, ginecóloga del Hospital Universitario de Torrecárdenas de Almería, responsable de la Unidad de Histeroscopia y Cirugía Uterina.
“La regla es un tema tabú que a veces cuesta comentar en público y eso hace que la mujer no tenga referencia de lo que es una regla normal”, señala la doctora, incidiendo en que muchos de esos casos requieren de un tratamiento que no termina de llegar por el mero desconocimiento del problema. Pero esa desatención genera un impacto directo en la calidad de vida de la mujer. De hecho, los médicos observan los sangrados anormales a través del desempeño de la mujer en su día a día:
“La calidad de vida de la mujer no es un término objetivo, es decir, no se basa en perder equis mililitros. Nosotros consideramos que un sangrado menstrual es abundante cuando produce una afectación en la calidad de vida de la mujer tanto en su vida laboral, en su vida sexual, en su vida afectiva, cuando la retrae de salir a la calle o cuando la limita en sus actividades cotidianas”, indica la Dra. Martínez.
"Una menorragia debe ser estudiada correctamente y eso debe hacerse en atención especializada"
La ginecóloga explica, además, que las menorragias suponen “un tercio de las consultas al ginecólogo”, siendo un motivo de consulta frecuente tanto en el especialista como en Atención Primaria. Sin duda, el primer paso para poder abordar el problema es acudir al médico de Atención Primaria y, por ello, la doctora transmite la importancia de concienciar a estos profesionales de la salud con el objetivo de que puedan prestar la “atención suficiente a las pacientes” y poder remitirlas a la atención especializada, donde se les realizará un “diagnóstico y tratamiento correctos”.
En cambio, “muchas veces los médicos de Atención Primaria solucionan el problema con anticonceptivos o con hemostáticos, pero realmente una menorragia debe ser estudiada correctamente y eso debe hacerse en atención especializada”, subraya la doctora. Allí, a la paciente se le ofrecerán los tratamientos apropiados para ponerle solución a su sangrado anormal, entre los que pueden incluirse tratamientos hormonales o histerectomías. Algunos de ellos todavía son “poco empleados” en España, pero cuentan con una larga trayectoria en otros países, como por ejemplo, la ablación endometrial.
Esta técnica es un procedimiento rápido y poco invasivo que consiste en la introducción de un dispositivo de radiofrecuencia en el útero. Con esta energía, se destruye o reduce la membrana endometrial, que es la capa que produce el sangrado menstrual, con el objetivo de controlar la menorragia. La ablación endometrial se empezó a utilizar en la década de los 90 y ya hay más de 3 millones de mujeres tratadas con muy buenos resultados en países avanzados, pero en España todavía está despegando.
Las pacientes que se someten a la ablación endometrial logran mejorar su calidad de vida al ver eliminado su problema en una pequeña intervención. En palabras de la doctora, “las mujeres pasan de tener unas reglas continuamente limitantes, cansadas por la anemia secundaria que produce y, de pronto, se ven liberadas”. Con este procedimiento, el objetivo no es dejar a la mujer sin menstruación. De hecho, la doctora recuerda que “algunas de las pacientes pueden tener ausencia total de regla, menstruaciones normales o muy escasas” después de someterse a una ablación endometrial. “En todos esos casos consideramos que la ablación ha sido exitosa porque hemos solucionado el problema de sangrado abundante y para la mujer es muy satisfactorio, una vez que se soluciona el problema”, concluye la experta.