Entre un 8% y un 27% de las mujeres en edad fértil sufren un sangrado menstrual abundante en alguna etapa de su vida, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). También conocidos como menorragias o sangrados uterinos anormales, este problema de salud en la mujer implica una afectación en su calidad de vida, que busca tratamientos poco invasivos y que generen pocos efectos secundarios para ponerle solución, según informa para ConSaludTV, en colaboración con Hologic, la doctora Sonia Martínez, ginecóloga del Hospital Universitario de Torrecárdenas de Almería, responsable de la Unidad de Histeroscopia y Cirugía Uterina.
A pesar del gran porcentaje de mujeres que sufren menorragias, la Dra. Martínez explica que se trata de un problema normalizado o “tabú”, que hace que “la mujer no tenga referencia de lo que es una regla normal”, retrasando así diagnósticos que, incluso en muchos casos, no llegan a producirse. De cualquier modo, el primer paso que debe tomar la paciente es dirigirse a Atención Primaria, para que su médico pueda derivarla al especialista.
“Cuando tenemos delante a una paciente en la que sospechamos de un sangrado anormal, lo primero que tenemos que hacer es una anamnesis” con el objetivo de comprobar que, efectivamente ese sangrado no es normal. “Tenemos que ver cuáles pueden ser las causas posibles y orientarlo hacia una causa ginecológica, pues cuando una paciente refiere cansancio o anemia el origen no siempre es ginecológico, aunque es ciertamente el más frecuente”, señala la doctora.
Posteriormente, se realiza una exploración clínica que los expertos pueden complementar con ecografías, resonancias o analíticas hormonales para sacar más conclusiones. Estas pruebas podrían arrojar luz sobre un posible útero aumentado de tamaño con mioma, formaciones anormales o trastornos hormonales. En cualquier caso, será el especialista el que ofrezca “un diagnóstico y un tratamiento correctos”, pues, según la ginecóloga, “muchas veces los médicos de Atención Primaria solucionan el problema con anticonceptivos o hemostáticos”. En su opinión, “una menorragia debe ser estudiada correctamente porque muchas veces tienen solución”.
Para el abordaje de la enfermedad, los tratamientos anticonceptivos suelen ser una de las opciones más planteadas, al asociarse la menorragia a una causa hormonal. Sin embargo, estos fármacos son muy conocidos por sus numerosos efectos secundarios y, según la Dra. Martínez, “cada vez hay más mujeres que no quieren tomar hormonas y a veces incluso está contraindicado, por ejemplo, en pacientes con tumores hormonodependientes o en mujeres que tienen una contraindicación por trombofilia”. Los fármacos antiinflamatorios (destinados a reducir la inflamación)y los hemostáticos, (capaces de detener las hemorragias, como el ácido tranexámico), también presentan eficacia en caso de menorragia. Otra de las alternativas son los tratamientos quirúrgicos, como puede ser la histerectomía, es decir, la extirpación completa del útero, algo que la paciente debería considerar como “la última opción terapéutica”.
“La ablación endometrial es muy poco conocida en España, pero en muchos países como en Estados Unidos o en los países norte europeos tiene una larga trayectoria”
Desde hace unos años se plantea una nueva opción “muy poco invasiva” y que “ofrece muy buenos resultados”: laablación endometrial. Consiste en la eliminación o reducción del endometrio (la capa causante del sangrado menstrual) a través de una técnica en la que se aplica energía por radiofrecuencia con la introducción de un dispositivo por el cuello uterino de la paciente. Es un procedimiento sencillo, que sólo requiere de sedación o anestesia local, no dura más de dos minutos y produce muy pocos efectos en la mujer, pues puede regresar a casa por su propio pie y recuperar su actividad normal en los dos o tres días posteriores.
Tal y como explica la Dra. Martínez, se trata de una técnica “muy poco conocida en España, pero que en muchos países como en Estados Unidos o en los países norte europeos, tiene una larga trayectoria”. De hecho, “no es una técnica realmente nueva”, señala la doctora, sino que “se empezó a utilizar en la década de los 90” y, desde entonces, ya hay más de 3 millones de mujeres que han visto solucionada su menorragia gracias a este procedimiento. Para la ginecóloga, el futuro del abordaje de las menorragias pasa por la ablación endometrial, con “soluciones con las que tengamos pocos efectos secundarios” y “que no lleven a las mujeres a técnicas muy agresivas”.