El trasplante de riñón de donantes fallecidos con VIH a personas que viven con VIH y con enfermedad renal terminal es factible y seguro, según han descubierto investigadores apoyados por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés).
Los nuevos hallazgos se basan en investigaciones realizadas a partir de 2019, cuando científicos de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y los NIH informaron que las personas con VIH que recibieron trasplantes de riñón de donantes fallecidos con VIH tuvieron una alta supervivencia general y supervivencia del injerto de riñón después de cinco años.
Las personas con VIH tienen una creciente prevalencia de enfermedad renal en fase terminal y tienen casi tres veces más probabilidades de morir mientras reciben diálisis renal que las personas sin VIH. El trasplante de riñón prolonga la vida de las personas con VIH y la enfermedad renal terminal, pero estas personas se enfrentan a una escasez de donantesy a un acceso limitado a los riñones de los donantes. Los expertos coincidien en que el trasplante de riñón entre personas con VIH ampliaría el conjunto de órganos disponibles y salvaría vidas.
El trasplante de riñón entre personas con VIH ampliaría el conjunto de órganos disponibles y salvaría vidas
Entre marzo de 2016 y julio de 2019, los investigadores de 14 centros de investigación clínica inscribieron a 75 adultos con enfermedad renal en fase terminal y VIH cuyo virus fue suprimido de forma fiable mediante la terapia contra el VIH. 25 participantes recibieron trasplantes de riñón de donantes fallecidos con VIH y 50 participantes recibieron trasplantes de riñón de donantes fallecidos sin VIH. Este último grupo incluía 22 donantes que dieron un falso positivo en las pruebas de VIH.
Todos los participantes sobrevivieron al trasplante con una media de seguimiento de uno a cuatro años en el caso de los receptores de riñones VIH positivos y de 1,8 años en el caso de los receptores de riñones VIH negativos. Un año después del trasplante, la supervivencia general del injerto fue excelente y comparable entre los receptores de riñones VIH positivos (91%) y los de riñones VIH negativos (92%). Además, no hubo diferencias en las tasas de infecciones que requirieron hospitalización, eventos adversos graves (1,1 por persona al año) o complicaciones relacionadas con el VIH, que fueron poco frecuentes.