Ser testigo de la violencia doméstica de los padres en la infancia se vincula a enfermedad mental en la edad adulta, según ha puesto de manifiesto un estudio llevado a cabo por expertos de la Universidad de Toronto (Canadá) y que ha sido publicado en el 'Journal of Family Violence'.
"Nuestros hallazgos subrayan el riesgo de resultados negativos a largo plazo de la violencia doméstica crónica para los niños, incluso cuando los propios niños no son abusados. Los trabajadores sociales y los profesionales de la salud deben trabajar de manera vigilante para prevenir la violencia doméstica y apoyar tanto a las sobrevivientes de este abuso como a sus hijos", han dicho los expertos.
La violencia doméstica parental (PDV) a menudo ocurre en el contexto de otras adversidades, incluido el abuso físico y sexual infantil, lo que dificulta examinar los resultados de salud mental asociados únicamente con la violencia doméstica parental en ausencia de abuso infantil.
Para abordar este problema, los autores excluyeron en su estudio a cualquier persona que hubiera sufrido abuso físico o sexual en la niñez. La muestra representativa a nivel nacional del estudio finalmente incluyó a 17.739 encuestados de la Encuesta de Salud Comunitaria Canadiense-Salud Mental, de los cuales 326 informaron haber presenciado PDV más de 10 veces antes de los 16 años, lo que se definió como 'PDV crónico'.
Uno de cada seis adultos (15,2%) que había experimentado PDV crónico informó que más tarde desarrolló un trastorno de ansiedad. Solo el 7,1 por ciento de los que no habían estado expuestos a la violencia parental también informaron haber experimentado un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida.
"Muchos niños que están expuestos a la violencia doméstica de sus padres permanecen constantemente vigilantes y perpetuamente ansiosos, temerosos de que cualquier conflicto pueda convertirse en una agresión. Por lo tanto, no sorprende que décadas más tarde, cuando son adultos, aquellos con antecedentes de PDV tengan una prevalencia elevada de trastornos de ansiedad", han enfatizado los investigadores.
Más de una cuarta parte de los adultos (26,8%) que estuvieron expuestos a PDV crónica en la infancia desarrollaron trastornos por consumo de sustancias, en comparación con el 19,2 por ciento de los que no estuvieron expuestos a esta adversidad temprana.
Sin embargo, los hallazgos no fueron todos negativos, dado que más de tres de cada cinco adultos sobrevivientes de PDV crónica gozaban de excelente salud mental, libres de cualquier enfermedad mental, dependencia de sustancias o pensamientos suicidas en el año anterior; estaban felices y/o satisfechos con su vida y reportaron altos niveles de bienestar social y psicológico, a pesar de su exposición a experiencias tan angustiosas en la infancia.
Aunque la prevalencia de una salud mental floreciente fue menor entre los expuestos a la PDV crónica en comparación con aquellos cuyos padres no eran violentos entre sí (62,5% frente a 76,1%), seguía siendo mucho más alta de lo que esperaban los autores.