Las adicciones y el consumo compulsivo responden en muchas ocasiones al estado psicológico de las personas. Sin embargo, una investigación internacional liderada por la Universidad de Granada (UGR) ha encontrado también las razones que impulsan a los jóvenes a beber alcohol de manera compulsiva y los mecanismos fisiológicos que provocan la adicción al alcohol. Los hallazgos se han publicado en la revista 'Addiction Biology'.
Los científicos han desarrollado un nuevo modelo de consumo en ratas a las que, tras un atracón de comida, les apetece beber grandes cantidades de alcohol en lugar de agua, algo que no ocurre cuando comen poco. Así, el modelo diseñado induce al consumo voluntario en atracón de grandes cantidades de alcohol tras la ingesta (también en atracón) de un alimento altamente apetecible.
Más concretamente, a lo largo de un total de diez días, los animales han sido expuestos durante tres minutos a la presencia de una alta cantidad de bolitas comestibles azucaradas para después enfrentarse a una prueba de libre elección, donde disponían de dos botellas para beber: una rellena con agua y otra con una solución de alcohol.
"Según van pasando los días del procedimiento, vemos cómo el consumo de bolitas azucaradas aumenta progresivamente, lo cual lleva de la mano un aumento en el consumo de la solución de alcohol"
"Según van pasando los días del procedimiento, vemos cómo el consumo de bolitas azucaradas aumenta progresivamente, lo cual lleva de la mano un aumento en el consumo de la solución de alcohol, llegándose a alcanzar picos de consumo de hasta 6,3 gramos de alcohol por kilo de peso, mientras que las ratas apenas beben agua", ha apuntado uno de los responsables de los estudios en la UGR, Cruz Miguel Cendán.
El investigador ha añadido que, en el caso de que ofrezcan a las ratas solo una pequeña cantidad de bolitas azucaradas, no se promueve el posterior consumo libre de alcohol, con lo que podemos asumir que el consumo voluntario de altas cantidades de solución de alcohol sólo se da tras el atracón de una comida muy apetecible.
"Este consumo libre de solución de alcohol resiste la adulteración con quinina hasta 0.1g/L (una sustancia que altera el sabor de la solución, volviéndola aversiva) y puede ser bloqueado mediante la previa administración de naltrexona (un fármaco antagonista opioide). Mediante dichos ensayos podemos comprobar en primer lugar que el consumo de la sustancia se ha vuelto compulsivo, puesto que se sigue consumiendo a pesar del sabor aversivo; y, en segundo lugar, que está mediado por el sistema opioide, el cual es una diana terapéutica clásica para el tratamiento de las adicciones", ha explicado Cendán.
En definitiva, para otro de los autores del estudio, Ignacio Morón, el estudio supone un gran avance en la lucha contra las adicciones. "Gracias a modelos como el desarrollado por nuestro equipo, que recrean ciertas facetas del consumo en humanos, es posible avanzar en la creación de nuevos fármacos para el tratamiento de las adicciones y entender mejor los mecanismos fisiológicos concretos mediante los cuales se desarrolla una adicción", ha sentenciado.