Investigadores italianos han descubierto que las personas que viven más de 105 años tienden a tener un fondo genético único que hace que sus cuerpos sean más eficientes en la reparación del ADN. Es la primera vez que se descifra con tanto detalle el genoma de las personas con longevidad extrema, lo que proporciona pistas sobre por qué viven tanto y consiguen evitar las enfermedades relacionadas con la edad.
"El envejecimiento es un factor de riesgo común para varias enfermedades y afecciones crónicas. Elegimos estudiar la genética de un grupo de personas que vivían más allá de los 105 años y compararla con un grupo de adultos más jóvenes de la misma zona de Italia, ya que las personas de este grupo de edad más joven tienden a evitar muchas enfermedades relacionadas con la edad y, por tanto, representan el mejor ejemplo de envejecimiento saludable", explica Paolo Garagnani, profesor asociado del Departamento de Medicina Experimental, Diagnóstica y Especializada de la Universidad de Bolonia (Italia) y primer autor del estudio, que se ha publicado en la revista científica 'eLife'.
Los investigadores reclutaron a 81 semisupercentenarios (mayores de 105 años) y supercentenarios (mayores de 110 años) de toda la península italiana. Los compararon con 36 personas sanas de la misma región con una edad media de 68 años. Tomaron muestras de sangre de todos los participantes y llevaron a cabo la secuenciación del genoma completo para buscar diferencias en los genes entre el grupo de más edad y el más joven. A continuación, cotejaron sus nuevos resultados con los datos genéticos de otro estudio publicado anteriormente en el que se analizaron 333 italianos de más de 100 años y 358 personas de unos 60 años.
Es la primera vez que se descifra con tanto detalle el genoma de las personas con longevidad extrema
Identificaron cinco cambios genéticos comunes que eran más frecuentes en los grupos de edad de 105+/110+, entre dos genes llamados COA1 y STK17A. Cuando cotejaron estos datos con los publicados, encontraron las mismas variantes en las personas de más de 100 años. Los datos obtenidos de los análisis computacionales predijeron que esta variabilidad genética probablemente modula la expresión de tres genes diferentes.
Los cambios genéticos observados con más frecuencia estaban relacionados con una mayor actividad del gen STK17A en algunos tejidos. Este gen interviene en tres áreas importantes para la salud de las células: coordinar la respuesta de la célula al daño del ADN, animar a las células dañadas a someterse a la muerte celular programada y gestionar la cantidad de especies reactivas de oxígeno peligrosas dentro de una célula. Estos son procesos importantes que intervienen en el inicio y el crecimiento de muchas enfermedades como el cáncer.
Los cambios genéticos más frecuentes también están relacionados con la reducción de la actividad del gen COA1 en algunos tejidos. Se sabe que este gen es importante para la correcta interrelación entre el núcleo celular y las mitocondrias, las fábricas de producción de energía de nuestras células cuya disfunción es un factor clave del envejecimiento.
Además, la misma región del genoma está vinculada a un aumento de la expresión de BLVRA en algunos tejidos, un gen que es importante para la salud de las células debido a su papel en la eliminación de las peligrosas especies reactivas del oxígeno.
El equipo también midió el número de mutaciones naturales que las personas de cada grupo de edad habían acumulado a lo largo de su vida
"Estudios anteriores demostraron que la reparación del ADN es uno de los mecanismos que permiten alargar la vida de las especies. Demostramos que esto es cierto también dentro de los seres humanos, y los datos sugieren que la diversidad natural en las personas que llegan a las últimas décadas de la vida están, en parte, vinculadas a la variabilidad genética que da a los semisupercentenarios la peculiar capacidad de gestionar eficazmente el daño celular durante su curso de vida", afirma Cristina Giuliani, profesora adjunta del Laboratorio de Antropología Molecular del Departamento de Ciencias Biológicas, Geológicas y Medioambientales de la Universidad de Bolonia y autora principal del estudio.
El equipo también midió el número de mutaciones naturales que las personas de cada grupo de edad habían acumulado a lo largo de su vida. Descubrieron que las personas de más de 105 o 110 años tenían una carga mucho menor de mutaciones en seis de los siete genes analizados. Estos individuos parecían evitar el aumento de mutaciones disruptivas relacionado con la edad, y esto puede haber contribuido a protegerlos contra enfermedades como las cardíacas.
"Este estudio constituye la primera secuenciación del genoma completo de la longevidad extrema con una alta cobertura que nos permitió observar tanto los cambios genéticos heredados como los que se producen de forma natural en las personas mayores", señala Massimo Delledonne, profesor titular de la Universidad de Verona y primer autor del estudio.
"Nuestros resultados sugieren que los mecanismos de reparación del ADN y una baja carga de mutaciones en genes específicos son dos mecanismos centrales que han protegido a las personas que han alcanzado una longevidad extrema de las enfermedades relacionadas con la edad", concluye el autor principal Claudio Franceschi, profesor emérito de Inmunología de la Universidad de Bolonia.