En el aire más seco, las partículas portadoras del Covid-19 transportadas por aire permanecen el doble de tiempo. Esto se debe a que la saliva emitida con ellas hace de barrera protectora en torno al virus, especialmente a bajos niveles de humedad. El estudio, realizado por la Universidad de Colorado (Estados Unidos) y publicado en 'PNAS-Nexus', arroja unas conclusiones importantes tanto para la pandemia de Covid-19 como para todas las enfermedades infecciosas transmitidas por virus recubiertos de saliva.
También subraya la importancia de gestionar la filtración y ventilación del aire interior para mitigar la propagación de enfermedades transmitidas por el aire, especialmente en edificios de estados áridos como Colorado, entornos cerrados secos como las cabinas de los aviones y durante los meses secos de invierno en climas templados de todo el mundo.
"La física del aire de nuestros edificios y el clima en el que vivimos afectan a las cosas que pueden enfermarnos y a su persistencia", afirma Mark Hernandez, autor principal del estudio y catedrático S. J. Archuleta de Ingeniería Civil y Medioambiental.
En 2020, Hernández tuvo la corazonada de que tanto la humedad relativa como la saliva eran factores importantes en la transmisión del nuevo virus.
Hernández: "Un ocupante puede entrar en un lugar, propagar el coronavirus en el aire y marcharse, y entonces otra persona podría entrar en ese espacio con dosis potentes aún rondando"
Los investigadores liberaron partículas cargadas de virus en el aire en varias cámaras selladas de última generación con y sin saliva, y con una humedad relativa del 25 por ciento, 40 por ciento y 60 por ciento. Comprobaron que la saliva actuaba como mecanismo protector del virus independientemente del nivel de humedad.
Tanto con una humedad relativa del 40 por ciento como del 60 por ciento, la mitad de las partículas de coronavirus transportadas por el aire seguían siendo infecciosas tras permanecer una hora en la cámara. Pero con un 25 por ciento de humedad, ese tiempo se duplicó: la mitad de las partículas originales liberadas en la cámara seguían siendo infecciosas durante dos horas.
"Esto demuestra que este virus puede permanecer bastante tiempo, incluso horas. Un ocupante puede entrar, propagar el coronavirus en el aire y marcharse y, dependiendo de los factores arquitectónicos, entonces otra persona podría entrar en ese espacio con dosis potentes aún rondando", explica Hernández.
Como el virus puede permanecer infeccioso en el aire más tiempo del que tardan en eliminarlo la mayoría de los sistemas de ventilación, para reducir la transmisión son necesarias medidas adicionales de mitigación centradas en el aire, como la filtración, sugiere el estudio.
El equipo utilizó saliva falsa de calidad médica para imitar esas partículas y recurrió a la profesora de química Magaret Tolbert para examinar muestras de virus protegidas por saliva con un microscopio típico en placas planas, así como con un microscopio especial que las mide en el aire.
Los investigadores sospechan que es este estado físico, entre sólido y líquido, el que proporciona al virus una protección adicional y le permite permanecer más tiempo en el aire seco
De esta manera descubrieron que no son las proteínas de la saliva -como suponían otros científicos- las que permiten que el virus persista tan bien en el aire más seco, sino sus carbohidratos azucarados que las estabilizan. Mientras que muchos tipos de partículas transportadas por el aire, como las partículas de sal común, cristalizan en condiciones de menor humedad relativa, las partículas de saliva se volvieron gelatinosas, incluso vidriosas, dijo Tolbert.
Los investigadores sospechan que es este estado físico, entre sólido y líquido, el que proporciona al virus una protección adicional y le permite permanecer más tiempo en el aire seco.
El autor principal del estudio espera que estos hallazgos puedan ayudar a abrir la puerta a más investigaciones "desordenadas" que utilicen escenarios más realistas para comprender mejor las partículas transportadas por el aire. "Seamos más realistas sobre cómo probamos las cosas en el laboratorio. Utilicemos saliva. Usemos fluidos pulmonares, usemos sangre. Da miedo y es más caro. Pero sin esos datos, no lo sabemos", sentencia Hernández.