Los pacientes hospitalizados con COVID-19 pueden correr el riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca aunque no tengan antecedentes de enfermedad cardíaca o factores de riesgo cardiovascular, según un nuevo estudio del Hospital Mount Sinai de Nueva York, según publican en línea en el 'Journal of the American College of Cardiology'.
Los investigadores afirman que, aunque estos casos son poco frecuentes, los médicos deben ser conscientes de esta posible complicación. El estudio podría impulsar un mayor seguimiento de los síntomas de insuficiencia cardíaca entre los pacientes hospitalizados con COVID-19.
"Este es uno de los mayores estudios realizados hasta la fecha para captar específicamente los casos de nuevo diagnóstico de insuficiencia cardíaca entre los pacientes hospitalizados con COVID-19. Aunque es poco frecuente, el hallazgo de una nueva insuficiencia cardíaca fue más común entre los pacientes con factores de riesgo o enfermedades cardiovasculares preexistentes", dice la investigadora principal, la doctora Anu Lala, directora de investigación sobre la insuficiencia cardíaca en la Facultad de Medicina Icahn del Monte Sinaí.
"Sin embargo, hubo algunos individuos que desarrollaron una nueva insuficiencia cardíaca sin factores de riesgo o enfermedad --añade--. Necesitamos saber más sobre cómo el SARS-CoV-2 puede afectar directamente al sistema cardiovascular y precipitar una nueva insuficiencia cardíaca, en cuanto a si se trata de un efecto indirecto de la enfermedad crítica o de una invasión vírica directa".
Los investigadores afirman que, aunque estos casos son poco frecuentes, los médicos deben ser conscientes de esta posible complicación
Por ello, destaca que "aunque los síntomas de la insuficiencia cardíaca -en concreto, la falta de aire- pueden imitar los síntomas asociados a la COVID-19, el hecho de ser alertados de los hallazgos de este estudio puede incitar a los médicos a vigilar los signos de congestión más consistentes con la insuficiencia cardíaca que con la COVID-19 por sí sola".
El equipo de investigadores examinó las historias clínicas electrónicas de 6.439 pacientes adultos admitidos y confirmados con COVID-19 entre el 27 de febrero y el 26 de junio de 2020 en los hospitales del Sistema de Salud Mount Sinai. La edad media era de 64 años.
Los investigadores encontraron 37 pacientes (0,6 por ciento) sin antecedentes de insuficiencia cardíaca que desarrollaron nuevos casos de insuficiencia cardíaca durante su hospitalización por COVID-19. De esos nuevos pacientes con insuficiencia cardíaca, ocho de ellos (el 22 por ciento) no tenían ninguna enfermedad cardiovascular ni factores de riesgo previos, mientras que 14 tenían antecedentes de enfermedad cardíaca y 15 no tenían ninguna enfermedad cardíaca pero sí al menos un factor de riesgo de la misma.
Los ocho pacientes sin antecedentes eran más jóvenes, con una edad media de 43 años, en su mayoría hombres, y tenían un índice de masa corporal más bajo y menos comorbilidades, como enfermedades respiratorias o renales. Estos ocho pacientes también presentaban más casos de shock cardiogénico, una afección potencialmente mortal en la que el corazón de repente no puede bombear suficiente sangre al organismo.
Los ocho pacientes sin antecedentes eran más jóvenes, con una edad media de 43 años, en su mayoría hombres
Los pacientes que sí tenían antecedentes o factores de riesgo de enfermedad cardíaca tenían, de media, 73 años. Todos los nuevos pacientes con insuficiencia cardíaca permanecieron en el hospital durante un tiempo similar, siete días de media, y las tasas de supervivencia fueron similares entre ambos grupos.
"Entender los mecanismos específicos de cómo COVID-19 puede precipitar una nueva insuficiencia cardíaca debería ser el objetivo de futuros trabajos", resalta el primer autor Jesús Álvarez García, becario postdoctoral en insuficiencia cardíaca avanzada y trasplante en Icahn Mount Sinai.
"De cara al futuro, también debemos vigilar a los pacientes después de la hospitalización por COVID-19 para detectar signos y síntomas de insuficiencia cardíaca, basándonos en los estudios que demuestran la fibrosis en el miocardio en la resonancia magnética tras la infección --advierte la doctora Lala--. Todavía tenemos que entender los mecanismos subyacentes de las lesiones relacionadas con la infección por el SARS-CoV-2. Es evidente que la pandemia y sus secuelas nos acompañarán durante algún tiempo, por lo que es crucial dedicar energía a comprender mejor su impacto en el sistema cardiovascular, especialmente en lo que se refiere a la precipitación de la insuficiencia cardíaca".
"También será importante vigilar si los pacientes desarrollan insuficiencia cardíaca más adelante y, en términos más generales, cómo se ve afectado el sistema cardiovascular tras la recuperación de COVID-19", añade.
Este estudio es una ampliación de una investigación anterior del Mount Sinai que descubrió que los pacientes con antecedentes de insuficiencia cardíaca y hospitalizados con COVID-19 tenían más probabilidades de experimentar una hospitalización más larga, casi tres veces más riesgo de intubación y ventilación mecánica, y el doble de riesgo de muerte, en comparación con los que no tenían antecedentes de insuficiencia cardíaca.