Las condiciones meteorológicas y climáticas, incluido el inicio de temperaturas más altas en la primavera del hemisferio norte, no deben usarse como un pretexto para relajar las medidas de salud pública para detener la propagación del virus SARS-CoV-2, según asegura un informe sobre los factores meteorológicos y de la calidad del aire que afectan a la pandemia de COVID-19 de la Organización Meteorológica Mundial, organismo de las Naciones Unidas (ONU) especializado en el tiempo, el clima y el agua.
"En esta etapa, el conocimiento (científico) no respalda el uso de factores meteorológicos y de calidad del aire como base para que los gobiernos relajen sus intervenciones destinadas a reducir la transmisión", afirma el copresidente del equipo de trabajo que ha llevado a cabo la investigación, el doctor Ben Zaitchik, del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias en la Universidad estadounidense de Johns Hopkins. "Vimos oleadas de infecciones que aumentaron en las estaciones cálidas y en las regiones cálidas durante el primer año de la pandemia, y no hay evidencia de que esto no pueda volver a suceder el próximo año", añade.
Las infecciones virales respiratorias con frecuencia muestran algún tipo de estacionalidad
La dinámica de transmisión de COVID-19 en 2020 y principios de 2021 parece haber sido influenciada principalmente por intervenciones gubernamentales como la obligatoriedad del uso de mascarillas y restricciones de viaje en lugar de factores meteorológicos, según el panel de 16 miembros de expertos en ciencias terrestres y médicas y salud pública. Otros impulsores relevantes incluyen cambios en el comportamiento humano y la demografía de las poblaciones afectadas y, más recientemente, mutaciones de virus.
ESTACIONALIDAD DE LA GRIPE Y OTRAS INFECCIONES
Así, el informe analiza el papel potencial de la estacionalidad. Las infecciones virales respiratorias con frecuencia muestran algún tipo de estacionalidad, en particular el pico de otoño-invierno para la gripe y los coronavirus que causan el resfriado en climas templados. Esto ha alimentado las expectativas de que, si persiste durante muchos años, la COVID-19 resultará ser una enfermedad fuertemente estacional.
"Los mecanismos subyacentes que impulsan la estacionalidad de las infecciones virales respiratorias aún no se comprenden bien. Una combinación de impactos directos en la supervivencia del virus, impactos en la resistencia humana a la infección y la influencia indirecta del clima y la estación a través de cambios en el comportamiento humano puede estar en juego", se expone en el informe.
"Los estudios de laboratorio del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, han arrojado algunas pruebas de que el virus sobrevive más tiempo en condiciones frías, secas y de baja radiación ultravioleta", se puede leer. Sin embargo, estos estudios "aún no han indicado si las influencias meteorológicas directas sobre el virus tienen una influencia significativa en las tasas de transmisión en condiciones del mundo real", según el documento.
LA MALA CALIDAD DEL AIRE AUMENTA LAS MUERTES, PERO NO LA TRANSMISIÓN
Asimismo, la evidencia sobre la influencia de los factores de la calidad del aire aún no es concluyente. Existe alguna evidencia preliminar de que la mala calidad del aire aumenta las tasas de mortalidad por COVID-19, pero no que la contaminación afecte directamente la transmisión aérea del SARS-CoV-2, según los investigadores. Además, el informe se centra en la meteorología y las condiciones de la calidad del aire y no aborda los detalles de la circulación del aire en áreas interiores.
El trabajo futuro del grupo incluirá la actualización de la evidencia científica durante los próximos meses
El equipo de trabajo interdisciplinario e internacional fue establecido por la Junta de Investigación de la Organización Meteorológica Mundial con el fin de proporcionar un resumen rápido del estado de los conocimientos sobre las posibles influencias meteorológicas y de la calidad del aire en la dinámica del COVID-19, dado el gran número de documentos y preimpresos disponibles en la actualidad.
"El rápido ritmo de la investigación de COVID-19 ha significado que los estudios con datos limitados aparecieran más rápido de lo que la información podría ser cotejada y revisada por pares", dice el director de Ciencia e Innovación y Científico Jefe de la agencia de la ONU, el profesor Juerg Luterbacher. "Pronto quedó claro que las pruebas comunicadas eran a menudo contradictorias o selectivas debido a deficiencias metodológicas y relacionadas con los datos; por tanto, el equipo de trabajo busca fomentar las buenas prácticas en la investigación y las comunicaciones", explica.
El trabajo futuro del grupo incluirá la actualización de la evidencia científica durante los próximos meses, la identificación y promoción de un conjunto estructurado de preguntas de investigación prioritarias, objetivos y prioridades para la inversión en investigación en las áreas de las pandemias: clima, clima y nexo de calidad del aire.
Los investigadores también asesorarán e informarán sobre buenas prácticas y estándares mínimos para los métodos del modelado integrado de enfermedades infecciosas considerando los determinantes ambientales.
En este sentido, la agencia de la ONU considera igual de importante mantener una comunicación clara y activa entre los investigadores, los medios de comunicación y los tomadores de decisiones para garantizar que los hallazgos científicos se apliquen a las políticas de una manera apropiada, objetiva, transparente y responsable.