Los expertos aseguran que se necesita una nueva especialidad de 'cardiología climática' para abordar los numerosos vínculos entre el cambio climático y la salud cardiovascular y, al mismo tiempo, proteger a los pacientes y el futuro del planeta, según publican en la revista de acceso abierto 'BMJ Global Health'.
Como consecuencia de las actividades humanas, los niveles de gases de efecto invernadero son los más altos que se han registrado en al menos 800.000 años, lo que ha provocado un aumento de las temperaturas de la superficie del planeta y el consiguiente cambio climático.
Las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero son la quema de combustibles fósiles, la agricultura, la deforestación y la producción de carne. Pero a nivel mundial, el sector sanitario es responsable de casi el 4,5% de las emisiones, así como de casi el 3% de la contaminación atmosférica por partículas finas (PM2,5).
Solo en 2019, las altas temperaturas fueron responsables de unas 93.000 muertes cardiovasculares en todo el mundo
Y advierten que las consecuencias medioambientales y sociales del cambio climático van a aumentar la prevalencia y la gravedad de los factores de riesgo cardiovascular a lo largo de este siglo.
El cambio climático provoca una mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, contaminación atmosférica, colapso de los ecosistemas y disminución de la producción mundial de alimentos y de la calidad nutricional de los principales cultivos de cereales.
Todos estos factores tienen efectos directos sobre la salud cardiovascular, así como efectos indirectos a través de otros determinantes sociales de la salud y de la capacidad de los sistemas sanitarios para gestionar los riesgos climáticos, explican los autores.
Solo en 2019, las altas temperaturas fueron responsables de unas 93.000 muertescardiovasculares en todo el mundo. Los fenómenos meteorológicos extremos están relacionados con los traumas, el estrés y la depresión, todos ellos factores de riesgo de enfermedades coronarias.
La desertificación, el aumento del CO2 atmosférico y el calentamiento y la acidificación de los océanos afectan al suministro de alimentos nutritivos: las dietas bajas en productos frescos, cereales integrales y mariscos son responsables de más de 3 millones de muertes cardiovasculares anuales en todo el mundo.
La hambruna, las inundaciones, las tormentas, la sequía, los incendios, el aumento del nivel del mar y el colapso de los ecosistemas pueden provocar la migración forzosa de cientos de millones de personas, a menudo a lugares mal preparados para ofrecer servicios de salud cardiovascular.
La contaminación atmosférica provocada por la quema de combustibles fósiles, las emisiones industriales y los incendios forestales es responsable de casi 1 de cada 5 (3,54 millones) muertes cardiovasculares en el mundo. Pero recuerdan que hay oportunidades para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y disminuir el número de enfermedades cardiovasculares en el mundo.
Los autores sugieren que es necesaria una transición de las dietas predominantemente cárnicas a las dietas vegetales, facilitada por una reestructuración de los subsidios alimentarios y la fiscalidad. La carne roja, que contiene altos niveles de grasa saturada, es un factor de riesgo establecido para las enfermedades del corazón, y responsable de 738.000 muertes cardiovasculares en 2019.
Un cambio hacia el transporte activo, como caminar y montar en bicicleta, no solo ayudaría a promover la actividad física, sino que también reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero: la inactividad física fue responsable de 639.000 muertes cardiovasculares en 2019.
Una ampliación de los espacios verdes en las zonas residenciales ayudaría a reducir el estrés y a absorber el CO2 atmosférico, mientras que el abandono del carbón, el petróleo y el gas en favor de la energía solar y eólica, la energía geotérmica y la hidroelectricidad ahorraría más de 20 millonesde muertes atribuibles en los próximos 30 años.
La quema de carbón o biomasa para cocinar o calentarse en interiores libera considerables gases de efecto invernadero y fue responsable de más de un millón de muertescardiovasculares en 2019. Por lo tanto, proporcionar estufas limpias para cocinar es una forma rentable de mejorar la salud cardiovascular mundial, mientras se reducen las emisiones, dicen los autores.
"El sector sanitario debe tomar medidas urgentes para evitar que la crisis climática afecte a la salud cardiovascular. Un nuevo campo de la cardiología climática puede estudiar y aplicar esas oportunidades para proteger a los pacientes y al planeta"
En cuanto a los sistemas sanitarios, pueden reducir su huella de carbono promoviendo la telemedicina, la atención ambulatoria local y el autocuidado, y reduciendo el sobretratamiento, la prescripción excesiva y las intervenciones innecesarias.
Recomiendan los sistemas sanitarios también deberían invertir en la planificación de catástrofes y en sistemas de alerta temprana para prepararse para las oleadas de enfermedades asociadas al cambio climático, mientras que la educación médica debería incorporar la enseñanza y la investigación sobre salud ambiental y prácticas sostenibles en la atención sanitaria, sugieren los autores.
"La ventana se está cerrando para prevenir los peores efectos del cambio climático. El sector sanitario debe tomar medidas urgentes para evitar que la crisis climática afecte a la salud cardiovascular. Un nuevo campo de la cardiología climática puede estudiar y aplicar esas oportunidades para proteger a los pacientes y al planeta".