Una nueva investigación ha descubierto que los niños con autismo juzgan mal los sentimientos de los demás porque no utilizan el contexto para identificar las emociones subyacentes.
El estudio, publicado en el 'Journal of Autism and Developmental Disorders', es el primero que investiga si los niños con autismo pueden reconocer cuando una emoción está enmascarando un sentimiento diferente que sólo puede identificarse a partir de pistas contextuales, por ejemplo, que un hombre que llora esté contento en lugar de triste porque está en la boda de su hija. Ser capaz de detectar estas diferencias entre la expresión emocional y el sentimiento emocional es una herramienta esencial para gestionar eficazmente los intercambios sociales.
Dirigido por el doctor Steven Stagg, de la Universidad Anglia Ruskin (ARU) de Cambridge (Reino Unido), el estudio contó con 40 participantes de los grupos de 9º y 10º curso (con edades comprendidas entre los 13 y los 15 años), con 20 niños reclutados en una escuela especializada para niños con autismo en el Reino Unido y un grupo de control de 20 niños de desarrollo típico de dos escuelas locales.
Estos resultados "sugieren que los niños con autismo pueden juzgar erróneamente los sentimientos de los demás debido a un exceso de confianza en las señales faciales en detrimento de las señales contextuales, en lugar de una incapacidad para reconocer la emoción facial", señala el doctor Stagg
El experimento se dividió en dos secciones: primero se mostraron a los grupos fotografías de personas que mostraban emociones estáticas (miedo, ira, felicidad, tristeza, asco y sorpresa). Los dos grupos de niños fueron igual de competentes a la hora de identificar la emoción correcta. A continuación, los participantes vieron seis cortometrajes en los que un personaje central mostraba una expresión facial que coincidía con el contexto de la escena. Más adelante en la escena, el personaje mostraba una expresión facial que enmascaraba su expresión anterior pero que podía entenderse como una reacción socialmente aceptable al contexto de la escena.
Aunque no hubo diferencias estadísticas en las puntuaciones de los dos grupos cuando se les pidió que identificaran las emociones que se mostraban en las películas, los niños con autismo no pudieron decir correctamente cómo se sentía el actor. Por ejemplo, la sonrisa forzada de un hombre al que le derraman el café y le piden disculpas fue identificada como felicidad.
El doctor Stagg, profesor titular de Psicología en la Universidad Anglia Ruskin (ARU), explica que estos resultados "sugieren que los niños con autismo pueden juzgar erróneamente los sentimientos de los demás debido a un exceso de confianza en las señales faciales en detrimento de las señales contextuales, en lugar de una incapacidad para reconocer la emoción facial".
"De hecho, descubrimos que los niños con autismo son tan capaces como sus compañeros de desarrollo típico de reconocer imágenes estáticas de emociones faciales", añade. Sin embargo, "en la vida cotidiana las expresiones faciales no se presentan en el vacío. La gente suele intentar ocultar sus sentimientos y, por tanto, el reconocimiento preciso de las emociones implica el procesamiento tanto de las expresiones faciales como de las señales contextuales".
"En nuestro estudio, los niños con autismo tuvieron dificultades cuando se les pidió que describieran cómo se sentían los actores. Creemos que esto se debe a que estos niños tienen dificultades para integrar la narración con las expresiones faciales y, en cambio, sus juicios se guían únicamente por la emoción visible que se muestra", explica. En parte, "esto puede deberse a la mayor demanda cognitiva que los estímulos más complejos, como el contexto, suponen para la capacidad de procesamiento".