El científico valenciano Santiago Grisolía ha fallecido en la madrugada de este jueves a los 99 años en València. Considerado como una de las máximas autoridades internacionales de la bioquímica, se encontraba ingresado desde hacía unos días en un hospital valenciano tras un empeoramiento de su estado de salud y donde estaba siendo tratado de la Covid. En enero de 2023 habría cumplido 100 años.
La biografía de Grisolía se mueve desde distintos puntos de españa a EEUU, a donde se trasladó en 1945 y de donde regresó en la década de los 70. Su padre era director del Banco Banesto, de ahí sus continuos cambios de residencia familiares, que les llevaron a Dénia, Xàtiva, Almería, Lorca, Cuenca --donde le sorprende la Guerra Civil--, Madrid y, finalmente de nuevo, València.
Premio Príncipe de Asturias, Doctor Honoris Causa de numerosas Universidades, miembro de las más prestigiosas sociedades científicas, consejero de fundaciones y entidades y Presidente del Comité de Coordinación de la Unesco para el Genoma Humano
Comenzó Medicina en Madrid, aunque su idea era ser marino de guerra, estudios que acabó en la Universitat de València.
En 1945 ganó por concurso una de las diez becas convocadas por el Ministerio de Educación y Ciencia para estudios en el extranjero y, en enero de 1946, comenzó a colaborar con el profesor Severo Ochoa, en EEUU, en los estudios sobre la enzima málica. Posteriormente, pasó a la Universidad de Chicago donde inició el uso de los isótopos marcadores para el estudio de pautas metabólicas, con cuya técnica consiguió demostrar la fijación del CO2 en tejidos animales.
Su estancia en Nueva York le permitió participar en varios trabajos con el después Premio Nobel español, como el de la fijación de dióxido de carbono (CO2) en el ácido isocítrico. Sin embargo, Grisolía estaba más interesado en las nuevas tecnologías sobre marcadores isotópicos. En el año 1948 fue contratado por la Universidad de Wisconsin, donde realizó una contribución decisiva al conocimiento del ciclo metabólico de la urea. Además, trabajó en la Universidad de Kansas como Profesor Asociado y Director del Instituto de Investigación Médica --una fundación privada, unida a la Universidad--.
En 1959 es nombrado catedrático en Kansas y, en 1962, coincidiendo con su constitución, Director del Departamento de Bioquímica. Allí realizó una labor admirable como maestro y como investigador sobre el ciclo de la urea, degradación de las bases pirimidínicas, glicolisis, etc, aislando las enzimas implicadas, aclarando reacciones y sentando nuevos criterios sobre la naturaleza de la acción enzimática.
Destacó sobre todo en áreas como las relacionadas con las bases moleculares de la patología hepática o las del envejecimiento
En 1974 es nombrado Profesor Distinguido de la Universidad de Kansas. En el año 1976 Grisolía se hizo cargo de la Dirección del Instituto de Investigaciones Citológicas, fundado por la Caja de Ahorros de Valencia, donde ha realizado una extraordinaria labor.
RECONOCIMIENTOS Y PRIMER CONGRESO EN VALÈNCIA
Tras su exitoso viaje por los Estados Unidos, Grisolía intentó regresar a España en varias ocasiones, pero no fue posible en ese momento. Sin embargo, en 1973 fue investido doctor honoris causa por la Universitat de València y, además, le nombraron 'Coloso de Valencia', donde decidió organizar una reunión científica internacional sobre el metabolismo de la urea, que trajo a la ciudad, en 1976, a casi todos los científicos mundiales que habían contribuido al conocimiento de su ciclo.
En 1977 pidió un año de excedencia en EEUU, a donde ya no regresó, para trabajar en el recién creado Instituto de Investigaciones Citolóficas de Valencia, que optó por reestructurar y orientar hacia la bioquímica y la biología molecular, y que se convirtió en uno de los principales centros españoles en su ámbito de investigación. Destacó sobre todo en áreas como las relacionadas con las bases moleculares de la patología hepática, las del envejecimiento, los efectos del alcohol en el ser humano o los mecanismos de recambio y transporte de proteínas.
PROYECTO GENOMA HUMANO
Sin embargo, los descubrimientos que permitieron descifrar la estructura de la doble hélice del ácido desoxirribonucleico (ADN) y las claves del código genético fascinaron a Santiago Grisolía, quien siempre pensó que en esa estructura estaban las claves de la naturaleza humana.
Grisolía puso en contacto a premios Nobel, científicos norteamericanos y, con el apoyo de la UNESCO, se organizó en Valencia en octubre de 1988 la primera Conferencia Internacional para el Proyecto sobre el Genoma Humano, de repercusión sin precedentes.
Grisolía es premio Príncipe de Asturias, Doctor Honoris Causa de numerosas Universidades, miembro de las más prestigiosas sociedades científicas, consejero de fundaciones y entidades y Presidente del Comité de Coordinación de la Unesco para el Genoma Humano. Asimismo, ha sido distinguido con las condecoraciones de más prestigio y con diversos cargos honoríficos.