Cada vez es mayor el número de personas en el mundo con sobrepeso y obesidad debido a un mayor sedentarismo, hábitos no saludables, dietas con mayor nivel calórico y energético, y también a la realidad molecular. En nuestro cuerpo existen unas células de grasa marrón que almacenan energía que luego eliminan en forma de calor, como un calentador biológico. Sin embargo, la capacidad actual de mantenernos abrigados, así como los hábitos de vida, están matando a estas células. Unas células que contienen una molécula, la purina inosina, que potencia la quema de grasas en los adipocitos marrones.
El mecanismo, publicado en la revista científica 'Nature', fue descubierto por investigadores de la Universidad de Bonn y el Hospital Universitario de Bonn en ratones, pero probablemente también existe en los humanos. En el estudio observaron que si un transportador de inosina es menos activo, los ratones se mantienen significativamente más delgados a pesar de una dieta alta en grasas. "Se sabe que las células moribundas liberan una mezcla de moléculas mensajeras que influyen en la función de sus vecinas. Queríamos saber si este mecanismo también existe en la grasa parda", detalla Birte Niemann, otro de los autores de la investigación.
Por ello, los investigadores estudiaron las células de grasa parda sometidas a un estrés severo, de modo que las células prácticamente morían. "Descubrimos que segregan la purina inosina en grandes cantidades", dice Niemann.
"Nuestros colegas de la Universidad de Leipzig han analizado genéticamente a 900 individuos. Los sujetos con el transportador menos activo eran significativamente más delgados de media"
Sin embargo, lo más interesante fue cómo las células de grasa parda intactas respondieron a la llamada de auxilio molecular: Se activaron por la inosina (o simplemente por las células moribundas de su entorno). Así, la inosina avivó el fuego en su interior. Las células de grasa blanca también se convirtieron en sus hermanas marrones. Los ratones alimentados con una dieta alta en energía y tratados al mismo tiempo con inosina se mantuvieron más delgados en comparación con los animales de control y quedaron protegidos de la diabetes.
El transportador de inosina parece desempeñar un papel importante en este contexto. Esta proteína de la membrana celular transporta la inosina al interior de la célula, reduciendo así la concentración extracelular. Por lo tanto, la inosina ya no puede ejercer su efecto promotor de la combustión.
"Hay un fármaco que en realidad se desarrolló para los trastornos de la coagulación, pero que también inhibe el transportador de inosina. Administramos este fármaco a ratones y, como resultado, quemaron más energía", dice Pfeifer.
Los humanos también tienen un transportador de inosina. En entre 2-4% de las personas, es menos activo debido a una variación genética. "Nuestros colegas de la Universidad de Leipzig han analizado genéticamente a 900 individuos. Los sujetos con el transportador menos activo eran significativamente más delgados de media", explica Pfeifer.
Estos resultados sugieren que la inosina también regula la termogénesis en las células de grasa marrón humanas. Por tanto, las sustancias que interfieren en la actividad del transportador podrían ser potencialmente adecuadas para el tratamiento de la obesidad. El fármaco ya aprobado para los trastornos de la coagulación podría servir de punto de partida.
"Sin embargo, se necesitan más estudios en humanos para aclarar el potencial farmacológico de este mecanismo", afirma Pfeifer. Tampoco cree que una píldora por sí sola vaya a ser la solución a la pandemia de obesidad rampante en el mundo. "Pero las terapias disponibles no son lo suficientemente eficaces por el momento. Por tanto, necesitamos desesperadamente medicamentos para normalizar el equilibrio energético en los pacientes con obesidad", subraya.