Las metástasis pueden desarrollarse en el organismo incluso años después de un tratamiento del cáncer aparentemente exitoso. Se originan a partir de células cancerosas que han migrado del tumor original a otros órganos, y que pueden permanecer allí inactivas durante un tiempo considerable. Los investigadores han descubierto ahora cómo estas "células durmientes" se mantienen inactivas y cómo se despiertan y forman metástasis mortales. Sus hallazgos se publican en la revista 'Nature'.
Las células cancerosas pueden migrar desde el tumor a otros tejidos del cuerpo, donde sobreviven tras el tratamiento en una especie de hibernación llamada latencia. En la actualidad, la medicina oncológica se basa en el seguimiento de los pacientes con cáncer tras su tratamiento inicial para detectar el despertar de estas células para formar metástasis. Uno de los mayores interrogantes de la investigación sobre el cáncer es qué causa exactamente esta transición.
"Este periodo de latencia ofrece una importante ventana terapéutica en la que el número de células cancerosas y su heterogeneidad son todavía manejables --afirma el profesor Mohamed Bentires-Alj, jefe de grupo del Departamento de Biomedicina de la Universidad de Basilea y del Hospital Universitario de Basilea, en Suiza--. Entender los mecanismos celulares y moleculares que subyacen a la latencia tumoral es, por tanto, crucial para prevenir la reaparición del cáncer". Su equipo ha dado un paso importante en esta dirección.
La primera autora, la doctora Anna Correia, y sus coautores utilizaron modelos de ratón y muestras de tejido humano, y pudieron determinar cómo las células cancerosas, que habían migrado originalmente de un tumor mamario al hígado, permanecían latentes o despertaban para formar metástasis.
Los resultados publicados indican varios métodos posibles para prevenir la metástasis
Dos tipos de células desempeñan un papel clave en esta transición. Uno de estos tipos celulares es la célula asesina natural, es decir, un tipo de célula inmunitaria que tradicionalmente mata las células anormales o infectadas, pero que también puede frenar su proliferación.
Según descubrieron los investigadores, esto es exactamente lo que parecen hacer para controlar las células cancerosas latentes. Las células asesinas naturales segregan una sustancia mensajera llamada interferón gamma, que mantiene a las células cancerosas en hibernación.
El otro tipo de célula, la célula estrellada hepática, influye en las células asesinas naturales. Cuando las células estrelladas hepáticas se activan, inhiben las células inmunitarias, lo que a su vez permite a las células cancerosas despertar de su hibernación.
"Puede haber varias razones por las que las células estrelladas hepáticas se activen; por ejemplo, una inflamación crónica en el cuerpo o una infección persistente", explica Correia. Los investigadores investigarán ahora las causas exactas en nuevos estudios.
VARIOS MÉTODOS POSIBLES
Los resultados publicados indican varios métodos posibles para prevenir la metástasis: la inmunoterapia basada en la interleucina 15, que aumenta el número de células asesinas naturales en el tejido; la terapia con interferón gamma, que mantiene el estado latente de las células cancerosas; y los inhibidores del mecanismo por el que las células estrelladas hepáticas paralizan las células asesinas naturales. Ya existen terapias adecuadas para todos estos enfoques, pero aún deben ser probados clínicamente.
"Nuestros hallazgos hacen albergar la esperanza de que las inmunoterapias centradas en las células asesinas naturales sean una estrategia preventiva para los pacientes con células cancerosas latentes en riesgo de desarrollar metástasis --afirma Bentires-Alj--. La siguiente etapa en el largo camino hacia un tratamiento establecido será demostrar que la estimulación de las células asesinas naturales previene la metástasis en pacientes humanos. Actualmente estamos buscando formas de financiar este siguiente paso y ya estamos en conversaciones con nuestros colaboradores clínicos del Hospital Universitario de Basilea".
"Estas células son una barrera natural contra la metástasis en el hígado", explica Correia. Si se pudieran utilizar para prevenir el desarrollo de metástasis en otras partes del cuerpo, también sería posible evitar permanentemente la reaparición del cáncer. "Mi equipo ya está estudiando estos mecanismos en otros lugares de metástasis y los resultados son prometedores", concluye Bentires-Alj.