Paciencia y a seguir protegiéndonos. En enero podríamos tener una vacuna de primera generación, pero una investigadora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) alerta: "Si queremos que la vacuna sea segura, es importante que se sigan los plazos".
La profesora especialista en inmunoterapia de UNIR Carmen Álvarez-Domínguez ha insistido en una entrevista a Europa Press que "el ir deprisa puede afectar a la efectividad de la vacuna" y los plazos persiguen el objetivo de la seguridad.
Diversos especialistas, entre ellos la propia Álvarez-Domínguez, habían dicho que podríamos tener la vacuna en otoño. Pero esta información tenía un matiz que no se conocía y es que, tanto Moderna como Oxford liberarán ahora los datos "pero se les olvidó comentar que hace falta producirlas y que, primero, la agencia reguladora tiene que aprobar los resultados".
La investigadora: ''Si en la última fase se quiere conseguir seguridad y protección, no lo puedes hacer en menos de dieciocho meses''
"Ellos obviaron esto, y a todo el mundo nos hicieron pensar que octubre era el plazo, pero octubre no puede ser el plazo; el plazo será enero, porque necesitas tres meses para producir todas las unidades, si los resultados son buenos", ha relatado.
Ha añadido: "Es verdad que la producción se puede acelerar, pero no lo veo claro antes de enero, no lo veo claro que vayamos a tener la vacuna para todo el mundo en octubre, porque esto es imposible".
Ha explicado: "Parece ser que quieren acelerar las fases, pero si en la última fase se quiere conseguir seguridad y protección, no lo puedes hacer en menos de dieciocho meses, y fíjate que hemos empezado la pandemia en enero".
Para la investigadora, "esto implicaría que hasta junio del año que viene no debería tenerse nada con una protección y una eficiencia suficientemente buena" y "se pueden acortar plazos uniendo fases, pero eso sería adelantarlo a primavera".
Para asegurarse una "protección a largo plazo" hay que esperar que estas personas "lleven un tiempo" y estén expuestas al virus
Ha indicado que "lo lógico sería que en enero se vacunasen las primeras personas con una vacuna de primera generación que todavía se pudiera mejorar". "Pero lo veo difícil antes de enero, porque las agencias reguladoras son muy estrictas por seguridad", ha añadido.
En octubre lo que sí empezaría sería la fase tres, esto es, la fase en la que se selecciona a un grupo entre 30.000 y 50.000 voluntarios para probar la eficacia de la vacuna.
Después, para asegurarse una "protección a largo plazo" hay que esperar que estas personas "lleven un tiempo" y estén expuestas al virus, lo cual va a ser posible "porque tenemos una segunda ola".
Para estos ensayos clínicos se seleccionan dos grupos. Uno de personas jóvenes (de entre dieciocho y 55 años) y otro mayores de 65, todas ellas sanas y que no hayan pasado la enfermedad.