Nadie debería estar expuesto a cantidades peligrosas de insecticidas. Esa es una de las normas que la OMS ha recomendado frente a los problemas que éstos pueden generar. Actualmente, más de 1000 plaguicidas se utilizan en todo el mundo para evitar que las plagas estropeen o destruyan los alimentos. Pero estos instrumentos pueden ser tóxicos para el ser humano y causar efectos tanto agudos como crónicos sobre la salud, en función de la cantidad y del modo de exposición.
Investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea) y del Institut de Química Avançada de Catalunya (Iqac-Csic) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas han descrito en un estudio que la exposición durante solo 24 horas al insecticida carbaril produce efectos nocivos en larvas de peces cebra, "comprometiendo su supervivencia".
Los peces cebra son el organismo modelo utilizado en investigación por la similitud de su sistema nervioso al de los seres humanos, ha informado el CSIC en un comunicado este miércoles.
El carbaril es un insecticida clasificado como potencial carcinogénico para las personas, se absorbe por inhalación, ingestión y, en menor medida, contacto; y, a pesar de que está prohibido en algunos países y regulado en otros, como en España, se utiliza de forma habitual tanto en agricultura como en jardines y terrazas de uso cotidiano.
Según los investigadores, incluso en concentraciones 35.000 veces por debajo de los niveles actualmente considerados como seguros, este insecticida afecta "gravemente" al comportamiento de estos organismos, comprometiendo su supervivencia.
El insecticida afecta al sistema neuronal que regula los comportamientos complejos como la respuesta de escape a depredadores, los cambios de iluminación y la actividad motora normal para buscar comida y refugio, así como a la actividad cardiaca, lo que induce a pensar a los investigadores que el insecticida "también podría tener efectos perjudiciales" en seres humanos.