Hay casi 20.000 muertos de diferencia entre las cifras oficiales que ofreció el Ministerio de Sanidad y las que registraron otras fuentes oficiales durante la primera ola de la pandemia de la COVID-19, según un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya(UOC). Según los datos del Ministerio de Sanidad, murieron 27.127 personas; de acuerdo con el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, y con el Instituto Nacional de Estadística (INE), 44.729 y 45.684, respectivamente.
El estudio de la UOC realiza un análisis de estas cifras y analiza el tratamiento que recibieron estos datos por parte de los medios de comunicación durante la primera ola de la pandemia. "La diferencia entre los datos del Ministerio de Sanidad y las estimaciones de otras fuentes oficiales se debió a que usaron diferentes criterios", explica el investigador del estudio, Josep Cobarsí Morales.
Sanidad contabilizó las defunciones en instalaciones hospitalarias y con una prueba confirmada de laboratorio. El MoMo comparaba estadísticamente la mortalidad esperada con la mortalidad real, y el INE incluía los casos sospechosos de COVID-19. "Esta pandemia ha evidenciado la importancia de la estadística oficial, así como la necesidad de reforzar los organismos involucrados para conseguir estadísticas de alta calidad", explica Laura Calvet Liñán, otra investigadora del estudio.
Sanidad contabilizó las defunciones en instalaciones hospitalarias, mientras que el MoMo comparaba la mortalidad esperada con la real y el INE incluía los casos sospechosos de Covid-19
La discrepancia en los datos oficiales no solo ocurrió en España, sino que, como muestran los autores, fue común en toda Europa. En países como España, Italia o Países Bajos la disparidad fue similar: el número de muertes contabilizadas por el principal organismo oficial supuso una diferencia de alrededor de un 50 % al compararlo con el exceso de muertes calculado estadísticamente.
En otros países, como Alemania, se produjo lo contrario, es decir, los datos que ofrecieron las fuentes oficiales fueron mayores de los que aparecieron luego en las cifras que comparaban la mortalidad estimada y la real. "Necesitamos estudiar cómo podemos tener un sistema de monitorización que nos permita un mejor seguimiento a tiempo real", asegura Cobarsí.
Según los autores, también la prensa y el discurso oficial pueden mejorar su labor, explicando con más detalle las diferencias de criterio, el tipo de información que se presenta y las discrepancias, e incluyendo de forma regular las cifras de otras fuentes oficiales como las del MoMo. "Si tenemos más de una forma de contar las cosas, es bueno mostrar esa diversidad de fuentes a la opinión pública", concluye Josep Cobarsí.