Un nuevo estudio realizado por investigadores australianos revela que los cambios en los patrones de estilo de vida se asociaron longitudinalmente con los cambios concurrentes en las puntuaciones del índice de masa corporal (IMC), y que , según un publican en línea en 'Obesity', la revista insignia de la Sociedad de la Obesidad (TOS, por sus siglas en inglés). Se trata del primer estudio que utiliza un modelo de trayectorias múltiples para examinar la relación longitudinal entre los cambios concurrentes en los patrones de estilo de vida y las puntuaciones z del IMC en la primera infancia.
"Los hallazgos servirán de base para la intervención y la política de prevención de la obesidad en la primera infancia y serán de gran interés para los pediatras, los investigadores, los responsables políticos y el público en general", afirma Miaobing Zheng, del Instituto de Actividad Física y Nutrición de la Facultad de Ciencias del Ejercicio y la Nutrición de la Universidad de Deakin, en Geelong (Australia), y autora correspondiente del estudio.
Los expertos explican que los estudios longitudinales que investigan la asociación entre los patrones de estilo de vida y la obesidad en los niños son escasos. Sin embargo, en algunos estudios transversales se ha observado una asociación entre un patrón de estilo de vida saludable y un menor riesgo de obesidad. En el presente estudio, la concurrencia de patrones estables de estilo de vida saludable junto con una trayectoria de puntuación z de IMC normal concurrente de una unidad desde los 18 hasta los 60 meses en aproximadamente la mitad de los niños proporciona nuevas pruebas longitudinales que apoyan que los niños con estilos de vida saludables tenían más probabilidades de tener un desarrollo de puntuación z de IMC normal concurrente.
El objetivo es reducir las conductas de riesgo de obesidad en los niños hasta los 18 meses
Se utilizaron datos de 439 niños del programa Melbourne Feeding Activity and Nutrition Trial (InFANT). Esta cohorte longitudinal de niños comenzó en 2008 como un ensayo controlado aleatorio por grupos de 15 meses centrado en los padres, con el objetivo de reducir las conductas de riesgo de obesidad en los niños hasta los 18 meses. Se realizaron seguimientos adicionales sin intervenciones para los niños de 42 y 60 meses. La modelización de trayectorias múltiples identificó grupos de niños que seguían patrones de estilo de vida y trayectorias de puntuación z del IMC similares y la regresión logística multinomial evaluó los determinantes de los grupos de trayectorias.
Se identificaron y distinguieron tres grupos de trayectorias de patrones de estilo de vida infantil y puntuaciones z del IMC, que mostraban una mezcla de comportamientos de estilo de vida saludables y no saludables y puntuaciones z del IMC. En comparación con los grupos 1 "Patrón de estilo de vida poco saludable, IMC z bajo" y 3 "Patrón de estilo de vida poco saludable, IMC z alto", el grupo 2 "Patrón de estilo de vida saludable, IMC z medio" reveló las trayectorias más distintivas entre los patrones de estilo de vida y las puntuaciones z del IMC.
El grupo 2 comprendía casi el 53% de los niños y seguía una trayectoria estable y baja para un patrón de estilo de vida poco saludable caracterizado por el consumo de alimentos discrecionales densos en energía y pobres en nutrientes y el tiempo dedicado a ver la televisión, y una trayectoria alta y creciente para un patrón de estilo de vida saludable de consumo de frutas y verduras y tiempo al aire libre, junto con una puntuación media de IMC z de +1 unidad a lo largo del tiempo.
Los expertos señalan la importancia de iniciar la prevención de la obesidad mediante el estilo de vida en las primeras etapas de la vida
Los grupos 1 y 3 compartieron trayectorias altas similares para un patrón de estilo de vida poco saludable de consumo discrecional de alimentos y tiempo de ver la televisión, y trayectorias bajas para un patrón de estilo de vida saludable de ingesta de frutas y verduras y tiempo al aire libre. Sin embargo, los dos grupos difieren en las trayectorias de la puntuación z del IMC, mostrando patrones estables pero con puntuaciones medias de 0 y +2 unidades, respectivamente. El sexo del niño, la duración de la lactancia materna y la actividad física de la madre no se asociaron con los grupos de trayectoria identificados.
Los autores del estudio señalan que la coexistencia de patrones de estilo de vida estables y de trayectorias de puntuación z del IMC en la primera infancia pone de relieve la importancia de iniciar la prevención de la obesidad mediante el estilo de vida en las primeras etapas de la vida, y que dichas intervenciones podrían dirigirse tanto a los niños como a la madre. Se podría adaptar un enfoque de conductas múltiples para abordar simultáneamente la dieta saludable, la actividad física y las conductas sedentarias.
"Los niños pequeños aprenden imitando lo que ven a diario. No cabe duda de que los niños copian los comportamientos que observan en presencia de los padres: los saludables y los no saludables --señala Liliana Aguayo, doctora en Filosofía y Salud Pública, experta en obesidad infantil, miembro del TOS y profesora asistente de investigación del Departamento Hubert de Salud Global de la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia, que no ha participado en la investigación--. Los datos de este estudio ponen de manifiesto la importancia de la primera infancia como periodo crítico para el desarrollo de la obesidad. Se necesita más investigación para identificar enfoques eficaces para abordar simultáneamente las conductas de salud de padres e hijos".