Un equipo de investigadoras del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha publicado, en colaboración con un equipo del Hospital 12 de Octubre de Madrid, un estudio sobre el uso de una herramienta de análisis temprano para ayudar a la toma de decisiones basadas en la evidencia en el ámbito de la pandemia de COVID-19. Los resultados, basados en su aplicación durante los meses que siguieron al final del confinamiento de 2020, acaban de publicarse en la revista 'BMC Public Health'.
La herramienta, que estuvo activa recabando datos tras el final del confinamiento total de 2020 a finales de junio hasta finales del mes de agosto, volverá a activarse en las próximas semanas para ofrecer nueva información en el verano de 2021. Cuando se ponga de nuevo en marcha, mostrará diariamente y de forma pública los resultados de zonas activas (clusters) de COVID-19.
Gracias a una técnica denominada análisis de clúster espacio-temporales emergentes (STSS por sus siglas en inglés), esta herramienta permite caracterizar la difusión espacial y temporal de la incidencia de COVID-19. Su principal objetivo es detectar brotes activos para facilitar la toma de decisiones de salud pública; el sistema se alimenta de los datos de casos diarios confirmados de COVID-19 declarados a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), que coordina el CNE.
Los resultados ahora publicados demuestran que la herramienta detectó elprogresivo aumento de clústeres activos y municipios afectados por brotes,y señala que la propagación se produjo en el periodo de estudio partiendo de escasos conglomerados de pocos casos en junio, localizados en determinadas regiones, hasta alcanzar una distribución a nivel nacional de conglomerados más grandes que abarcaron un número promedio mucho más alto de municipios y casos totales a fines de agosto.
El sistema permite seguir a tiempo real las tendencias espacio-temporales de distribución y difusión de la enfermedad
Con estos datos, el estudio concluye que la vigilancia de la COVID-19 basada en esta herramienta STSS puede ser útil en un escenario de baja incidencia para ayudar a gestionar brotes emergentes capaces de impulsar una transmisión generalizada.
Si se da el caso, el sistema permite seguir a tiempo real las tendencias espacio-temporales de distribución y difusión de la enfermedad; observando la agregación de grupos en el espacio y el tiempo, como se observó el año pasado, puede anticipar la posible ocurrencia de una transmisión comunitaria, y facilitar la adopción de las medidas oportunas.
El artículo está liderado por Diana Gómez-Barroso, científica titular del ISCIII en el CNE y del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP); y Nicolás Rosillo, médico residente de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Universitario 12 de Octubre. Entre los firmantes también están Javier Del-Águila-Mejía; Ayelén Rojas-Benedicto; María Guerrero-Vadillo; Marina Peñuelas; Clara Mazagatos; Jordi Segú-Tell y Rebeca Ramis, todos ellos del CNE y del CIBERESP.
Las investigadoras concluyen que el sistema de vigilancia basado en la herramienta STSS ha tenido una utilidad significativa para caracterizar la evolución de los clusters de COVID-19 durante el verano de 2020 en España, por lo que su aplicación durante el próximo verano, en el que se espera una situación más favorable gracias entre otros factores a la influencia de la vacunación, puede suponer una ayuda para mejorar la detección de posibles brotes y la toma de decisiones.