Pequeñas gotas cargadas de virus desaparecen más lentamente después de la exhalación de lo que sugerían los modelos anteriores, además se ha observado que es más fácil infectarse en invierno que en verano, ya que la humedad relativa juega un papel importante, según un estudio realizado por investigadores de Viena.
Los modelos anteriores asumían que solo las gotas grandes representan un riesgo relevante de infección porque las gotas pequeñas se evaporan rápidamente. El TU Wien (Viena), sin embargo, en cooperación con la Universidad de Padova (Italia), ha demostrado que debido a la alta humedad del aire que respiramos, incluso pequeñas gotas pueden permanecer en el aire mucho más tiempo que asumido previamente.
El estudio, que ha sido publicado en la revista científica PNAS, ha sido liderado por el profesor Alfredo Soldati y su equipo en el Instituto de Mecánica de Fluidos y Transferencia de Calor TU Wien. El equipo está investigando flujos que se componen de diferentes componentes, los llamados "flujos multifásicos". Esto incluye el aire que exhala una persona infectada al estornudar: los virus infecciosos se encuentran en gotitas líquidas de diferentes tamaños, con gas en el medio.
Esta mezcla conduce a un comportamiento de flujo relativamente complicado: tanto las gotas como el gas se mueven, ambos componentes se influyen entre sí y las gotas pueden evaporarse y convertirse en gas. Para llegar al fondo de estos efectos, se desarrollaron simulaciones por computadora, en las que se puede calcular la dispersión de las gotas y el aire respirable a diferentes parámetros ambientales, por ejemplo a diferentes temperaturas y humedad.
"Descubrimos que las gotas pequeñas permanecen en el aire un orden de magnitud más de lo que se pensaba. Hay una razón simple para esto: la tasa de evaporación de las gotas no está determinada por la humedad relativa promedio del ambiente, sino por la humedad local directamente en la ubicación de la gota"
Además, se llevaron a cabo experimentos. Se instaló una boquilla con una válvula controlada electromagnéticamente en un cabezal de plástico para pulverizar una mezcla de gotitas y gas de una manera definida con precisión. El proceso se registró con cámaras de alta velocidad, por lo que fue posible medir exactamente qué gotas permanecieron en el aire y durante cuánto tiempo. El equipo de Francesco Picano en la Universidad de Padua también participó en el proyecto de investigación.
"Descubrimos que las gotas pequeñas permanecen en el aire un orden de magnitud más de lo que se pensaba. Hay una razón simple para esto: la tasa de evaporación de las gotas no está determinada por la humedad relativa promedio del ambiente, sino por la humedad local directamente en la ubicación de la gota", señala Soldati.
El aire exhalado es mucho más húmedo que el aire ambiente y esta humedad exhalada hace que pequeñas gotas se evaporen más lentamente. Cuando las primeras gotas se evaporan, esto conduce localmente a una mayor humedad, lo que ralentiza aún más el proceso de evaporación de otras gotas.
"Esto significa que las gotas pequeñas son infecciosas durante más tiempo de lo que se supone, pero eso no debería ser motivo de pesimismo. Simplemente nos muestra que hay que estudiar tales fenómenos de la manera correcta para comprenderlos. Sólo entonces podremos hacer recomendaciones científicamente sólidas, por ejemplo, con respecto a las máscaras y las distancias de seguridad", concluye