El jefe de servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Córdoba, José Álvarez Kindelán, ha afirmado que existen "muchos falsos mitos" sobre las revisiones de próstata "con los que hay que acabar, lo que incrementará la detección precoz y curación del cáncer al acudir más hombres a los controles periódicos", pues, según ha insistido, se trata del tumor más frecuente en los varones, "pero presenta muy buen pronóstico, gracias al diagnóstico en fases tempranas y a los distintos tratamientos quirúrgicos y médicos".
Según ha indicado la institución hospitalaria en una nota, el doctor Álvarez Kindelán ha señalado que este tumor constituye "la tercera causa de muerte por cáncer en el hombre por detrás de los de pulmón y de colon". Su incidencia aumenta con la edad, diagnosticándose más de 1.200.000 casos en el mundo, más de la mitad en mayores de 70 años. En España se diagnostican más de 33.000 casos al año y en la provincia de Córdoba se registraron más de 500 en 2020, según la Sociedad Andaluza de Oncología Médica (SAOM).
Por tanto, resulta "fundamental y decisivo", según el especialista, establecer el diagnóstico cuanto antes. El 99% de los casos se desarrolla a partir de las células glandulares de la próstata y se denominan adenocarcinomas, que pueden tener tres tipos de crecimiento, local, linfático y hematógeno.
"Nos encontramos muchos pacientes que tienen miedo de acudir al urólogo y no hay que temer las visitas al especialista pues las pruebas no son molestas y apenas invasivas"
En el primer caso se expande por fuera de la cápsula prostática si no es tratado a tiempo, pudiendo afectar a órganos vecinos como la vejiga y el recto. La diseminación linfática puede expandirlo a ganglios cercanos y la hematógena es la responsable de la aparición de metástasis que afectan fundamentalmente al hueso.
Álvarez Kindelán ha insistido en que el temor a la revisión retrasa la detección de este tumor, "nos encontramos muchos pacientes que tienen miedo de acudir al urólogo y no hay que temer las visitas al especialista pues las pruebas no son molestas y apenas invasivas, se trata de un trámite sencillo muy beneficioso para la salud del varón".
En este sentido, ha señalado que todos los hombres mayores de 50 años deben ir a revisión al menos una vez al año y si hay algún familiar afectado, se deben comenzar las revisiones a los 45 años.
En las consultas de revisión se hacen preguntas básicas de salud prostática sobre la calidad de la micción. El tacto de la próstata buscando signos palpables de la enfermedad, una prueba que no es dolorosa, y, sobre todo, la determinación en sangre de la proteína PSA (antígeno prostático específico) ayudan a determinar la necesidad de hacer una biopsia de la próstata en busca de un cáncer sospechoso.
La realización actual de pruebas como la resonancia prostática multiparamétrica "nos ayudan a decidir con mayor precisión la necesidad de la biopsia, por lo que podrá evitarse en muchos casos", según ha afirmado el especialista.
Una vez detectada la enfermedad, se estudia para determinar la probabilidad de que el cáncer esté acotado en el interior de la próstata o que haya invasión local extra prostática o incluso riesgo de metástasis. La diseminación metastásica se estudia mediante TAC para la afectación visceral y ganglionar, mientras que la gammagrafía ósea determina si hay afectación en el hueso. Existen actualmente pruebas radiológicas y de medicina nuclear muy precisas para la detección de la metástasis, como el PET-TAC.
"ALTA PROBABILIDAD DE CURACIÓN"
El doctor ha recalcado que "en la actualidad la probabilidad de curar la enfermedad localizada es altísima e, igualmente, el tratamiento para los casos avanzados es de gran eficacia, proporcionandouna supervivencia global de muchos años".
La enfermedad localizada se podrá curar con cirugía convencional abierta o robótica "manteniendo siempre las premisas de curación, continencia urinaria y posibilidad de mantener relaciones sexuales con o sin tratamiento, si la edad y la situación previa lo permite". Otras alternativas curativas son la radioterapia o la braquiterapia, aunque siempre en personas mayores de 70 años o a quienes no pueda practicarse cirugía.
La enfermedad avanzada o metastásica se tratará con terapia de deprivación androgénica (ADT), provocando la supresión de la testosterona en el cuerpo, lo que determina que se frene la enfermedad al menos varios años en la mayoría de los casos. La investigación es "vital, con el desarrollo de nuevas moléculas que mejoran y prolongan la supervivencia, cronificando la enfermedad", ha asegurado el doctor, incluso en el caso de resistencia a la terapia de supresión de la testosterona.