La exposición a los antibióticos en el útero durante el embarazo o en los primeros años de vida podría alterar el desarrollo del cerebro humano en las áreas responsables de las funciones cognitivas y emocionales, según un investigador de la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos y publicado en la revista iScience.
El estudio de laboratorio sugiere que la penicilina modifica el microbioma -los trillones de microorganismos beneficiosos que viven dentro y sobre nuestro cuerpo-, así como la expresión genética, que permite a las células responder a su entorno cambiante, en áreas clave del cerebro en desarrollo. Los resultados sugieren reducir el uso generalizado de antibióticos o utilizar alternativas cuando sea posible para prevenir problemas de neurodesarrollo.
La penicilina y los medicamentos relacionados (como la ampicilina y la amoxicilina) son los antibióticos más utilizados en los niños de todo el mundo.
"Nuestros trabajos anteriores han demostrado que exponer a los animales jóvenes a los antibióticos cambia su metabolismo e inmunidad. El tercer desarrollo importante en los primeros años de vida afecta al cerebro. Este estudio es preliminar, pero muestra una correlación entre la alteración del microbioma y los cambios en el cerebro que debería explorarse más a fondo", explica el autor principal Martin Blaser, director del Centro de Biotecnología y Medicina Avanzada de Rutgers.
Los resultados de la investigación sugieren redcir el uso generalizado de antibióticos para prevenir problemas de neurodesarrollo
El estudio, en el que también participó la Universidad de Nueva York, comparó los ratones que fueron expuestos a dosis bajas de penicilina en el útero o inmediatamente después del nacimiento con los que no fueron expuestos. Descubrieron que aquellos a los que se les administró penicilina experimentaron cambios sustanciales en su microbiota intestinal y tuvieron una expresión génica alterada en el córtex frontal y la amígdala, dos áreas clave del cerebro responsables del desarrollo de la memoria, así como de las respuestas al miedo y al estrés.
Cada vez hay más pruebas que relacionan los fenómenos del tracto intestinal con la señalización al cerebro, un campo de estudio conocido como el "eje intestino-cerebro". Si esta vía se altera, puede provocar una alteración permanente de la estructura y el funcionamiento del cerebro y, posiblemente, dar lugar a trastornos neuropsiquiátricos o neurodegenerativos en la infancia o la edad adulta.
"Los primeros años de vida son un periodo crítico para el neurodesarrollo -afirma Blaser-. En las últimas décadas ha aumentado la incidencia de los trastornos del neurodesarrollo infantil, como el trastorno del espectro autista, el trastorno por déficit de atención/hiperactividad y los problemas de aprendizaje. Aunque el aumento de la concienciación y el diagnóstico son probablemente factores que contribuyen, las alteraciones de la expresión genética cerebral en las primeras etapas del desarrollo también podrían ser responsables".
Los investigadores apuntan que se necesitan estudios futuros para determinar si los antibióticos afectan directamente al desarrollo del cerebro o si las moléculas del microbioma que viajan al cerebro perturban la actividad de los genes y causan déficits cognitivos.