Aunque todo el mundo puede beneficiarse del ejercicio, no se comprenden del todo los vínculos mecánicos entre la forma física y la salud en general, ni las razones por las que el mismo ejercicio puede tener efectos diferentes en distintas personas.
Un estudio del Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC), en Estados Unidos, ha obtenidos pistas de por qué algunas personas obtienen más beneficios del ejercicio que otras. Sus resultados podrían ser útiles para determinar los tipos específicos de ejercicio que más probablemente beneficien a un individuo concreto y para identificar nuevas dianas terapéuticas para enfermedades relacionadas con el metabolismo, según publican sus autores en la revista 'Nature Metabolism'.
"Aunque los grupos en su conjunto se benefician del ejercicio, la variabilidad de las respuestas entre dos individuos cualesquiera que se sometan al mismo régimen de ejercicio es realmente sorprendente. Por ejemplo, algunos pueden experimentar una mejora de la resistencia, mientras que otros observan una mejora de los niveles de azúcar en sangre", afirma el autor principal, el doctor Robert E. Gerszten, jefe de la División de Medicina Cardiovascular del BIDMC.
"Hasta la fecha --continúa--, ningún aspecto del perfil clínico de base de un individuo nos permite predecir de antemano quién tiene más probabilidades de obtener un beneficio significativo de la aptitud cardiorrespiratoria del entrenamiento con ejercicios".
Aunque todo el mundo puede beneficiarse del ejercicio, no se comprenden del todo los vínculos mecánicos entre la forma física y la salud en general
Para descubrir los detalles que subyacen a los efectos del ejercicio en el organismo y cómo éstos podrían diferir de una persona a otra, el equipo, incluido el primer autor, el doctor Jeremy Robbins, de la División de Medicina Cardiovascular del BIDMC, midió los niveles sanguíneos de aproximadamente 5.000 proteínas en 650 adultos sedentarios antes y después de un programa de ejercicio de resistencia de 20 semanas.
"Nos interesaba especialmente analizar las proteínas de la sangre para estudiar los efectos del ejercicio porque cada vez hay más pruebas que demuestran que el ejercicio estimula la secreción de sustancias químicas en la circulación que pueden ejercer sus efectos en órganos distantes", explica Robbins.
Un conjunto de 147 proteínas en la sangre indicaba la aptitud cardiorrespiratoria de un individuo, o VO2máx, al inicio del estudio. Otro conjunto de 102 proteínas indicaba el cambio en el VO2máx de un individuo tras la finalización del programa de ejercicio.
"Identificamos proteínas que emanan de los huesos, los músculos y los vasos sanguíneos que están fuertemente relacionadas con la aptitud cardiorrespiratoria y que nunca se habían asociado previamente con las respuestas al entrenamiento de ejercicio", destaca Gerszten, que también es profesor de Medicina en la Escuela de Medicina de Harvard y miembro asociado principal del Instituto Broad del MIT y Harvard.
Robbins añade que, "aunque estudios anteriores han demostrado que el nivel de condición física de partida de un individuo no está relacionado con su respuesta al entrenamiento de ejercicio, fue fascinante ver que había un solapamiento mínimo entre los perfiles proteicos del VO2max de partida y su respuesta a la intervención de entrenamiento de ejercicio".
Algunas de estas proteínas estaban relacionadas con un riesgo elevado de muerte prematura
Con esta información, el equipo de investigación desarrolló una puntuación de proteínas que mejoraba su capacidad para predecir la capacidad de entrenamiento de un individuo, o el cambio en el VO2máx.
Por ejemplo, la puntuación identificó a los individuos que no pudieron mejorar significativamente su aptitud cardiorrespiratoria a pesar de participar en el programa de ejercicio estandarizado. "Los niveles iniciales de varias proteínas predijeron quiénes responderían al protocolo de entrenamiento con ejercicios mucho mejor que cualquiera de nuestros factores establecidos para los pacientes", apunta Gerszten.
En otro estudio comunitario, aunque parte del mismo trabajo, los científicos descubrieron que algunas de estas proteínas estaban relacionadas con un riesgo elevado de muerte prematura, lo que pone de manifiesto la relación entre la aptitud cardiorrespiratoria y los resultados de salud a largo plazo.
"Ahora tenemos una lista detallada de nuevos compuestos sanguíneos que informan aún más nuestra comprensión de la biología de la aptitud física y la adaptación al ejercicio, y predicen las respuestas individuales a un régimen de ejercicio determinado", resalta Gerszten, que también es el Director del Programa de Genómica Personal y Enfermedades Cardiometabólicas en el BIDMC.
"Aunque es probable que ninguna píldora recapitule la diversidad de beneficios del ejercicio, nuestro estudio ha ayudado a crear una hoja de ruta para explorar más a fondo las posibles intervenciones y proporciona un paso importante en la individualización del ejercicio como terapia", apunta.
Así, señala que se necesitan investigaciones adicionales para ampliar los hallazgos del estudio a poblaciones más grandes y para perfeccionar los efectos precisos de las diferentes proteínas antes y después del ejercicio.