La colaboración y los enfoques estandarizados para evaluar los diferentes criterios de valoración de la eficacia de las vacunas son fundamentales para una comparación significativa de las diferentes candidatas a la vacuna del COVID-19, a fin de garantizar que se desplieguen las vacunas más eficaces, según defienden los autores de un artículo de opinión basado en una revisión científica publicado en la revista 'The Lancet Infectious Diseases'.
Una vacuna candidata contra el SARS-CoV-2 podría actuar contra la infección, la enfermedad o la transmisión, y una vacuna capaz de reducir cualquiera de estos elementos podría contribuir al control de la pandemia de COVID-19. En su revisión, los autores destacan los principales desafíos para evaluar la eficacia de las posibles vacunas COVID-19, a fin de dar una idea de la pregunta aparentemente sencilla: "¿Funciona esta vacuna?"
"Es poco probable que veamos un solo ganador de la vacuna en la carrera contra COVID-19. Las diferentes tecnologías aportarán ventajas distintas que son relevantes en diferentes situaciones, y además, probablemente habrá desafíos con la fabricación y el suministro de una única vacuna a la escala requerida, al menos inicialmente. La adopción de un enfoque normalizado para medir el éxito de las vacunas en los ensayos clínicos será importante para hacer comparaciones significativas, de modo que los candidatos más eficaces puedan ser llevados adelante para un uso más amplio", reflexiona una de las autoras, Susanne Hodgson, de la Universidad de Oxford (Reino Unido).
Una vacuna candidata contra el SARS-CoV-2 podría actuar contra la infección, la enfermedad o la transmisión
En la actualidad, hay 44 candidatos en evaluación clínica, con otros 154 en desarrollo preclínico, lo que refleja una gama de tecnologías de vacunas. Los autores sostienen que para ayudar a comparar la eficacia entre estos y los futuros candidatos, es importante que se apliquen criterios de valoración estandarizados y cuantificables a los ensayos clínicos de las vacunas COVID-19, y que se comprendan sus limitaciones y su potencial de sesgo.
Los autores también destacan otro reto: evaluar la eficacia de las vacunas candidatas para proteger contra la enfermedad grave y la muerte por infección de SARS-COV-2. Sostienen que el seguimiento a largo plazo de los receptores de las vacunas candidatas contra el COVID-19 será importante, tanto para evaluar la eficacia contra la enfermedad grave y la mortalidad como para garantizar la evaluación continua de la seguridad de las vacunas.
"Para determinar si una vacuna protege contra la enfermedad grave por COVID-19, un ensayo clínico debe demostrar que hay significativamente menos casos de enfermedad grave en los individuos vacunados con una vacuna COVID-19, en comparación con los individuos que no lo fueron". Sin embargo, solo una pequeña proporción de las personas infectadas con el SARS-CoV-2 desarrollan una enfermedad grave, lo que significa que se necesita un número extremadamente grande de voluntarios en un ensayo clínico para que haya suficientes casos para obtener una medida fiable de la eficacia de la vacuna. Esto significa que es probable que sólo sepamos si una vacuna protege contra una enfermedad grave una vez que se haya desplegado y administrado a una gran población", comenta otra de las responsables del artículo de opinión, Kate Emary, también de la Universidad de Oxford.
En la actualidad, hay 44 candidatos en evaluación clínica, con otros 154 en desarrollo preclínico, lo que refleja una gama de tecnologías de vacunas
Los autores también examinan los estudios de infección controlada en seres humanos (ensayos de desafío), ya que pueden ofrecer una forma de medir la eficacia de la vacuna a medida que disminuye la transmisión del SARS-CoV-2 en la comunidad. Sostienen que, si bien estos estudios pueden proporcionar el único medio de evaluar rápidamente la eficacia de una vacuna, la relación entre la eficacia en los individuos más jóvenes en los ensayos de provocación y en las poblaciones de mayor edad y en riesgo después del despliegue de la vacuna sigue sin estar clara.
Llegan a la conclusión de que, en consonancia con el desarrollo de cualquier intervención médica nueva, pero en particular en este contexto, es imperativo que los resultados de la eficacia de una vacuna contra el SARS-CoV-2 se evalúen críticamente con rigor científico para comprender su carácter generalizable y su importancia clínica. Observan que, aunque algunos países podrían desplegar las vacunas COVID-19 basándose únicamente en los datos de seguridad e inmunogenicidad, el objetivo del desarrollo de la vacuna es obtener pruebas directas de su eficacia para proteger a los seres humanos contra la infección y la enfermedad del SARS-CoV-2, de modo que se pueda aumentar selectivamente la fabricación de vacunas eficaces.