Una investigación galardonada con el primer premio Michelson Philanthropies & Science Prize for Immunology y publicada en la revista Science, informa sobre qué personas están en mayor riesgo de sufrir COVID-19, para que los médicos puedan adaptar el tratamiento.
El científico Paul Bastard, ganador del galardón, tiene la esperanza de que sus hallazgos sobre el deterioro de mecanismos inmunológicosespecíficos en aquellos que más han sufrido por COVID-19 allanarán el camino para la adopción de enfoques de medicina de precisión para esta enfermedad y para enfermedades infecciosas en general.
El premio lo ha recibido por haber esclarecido los factores que subyacen a estas variadas susceptibilidades mediante un esfuerzo que comenzó recorriendo en bicicleta las inquietantes y silenciosas calles parisinas en los primeros días de la pandemia, para recoger muestras de sangre.
"El enfoque de la medicina de precisión nos permitiría dar al paciente el tratamiento que más le ayudara con los menores efectos secundarios", explica Bastard, investigador del Instituto Imagine (INSERM, Universidad de París) en París (Francia) y de la Universidad Rockefeller en Nueva York (Nueva York). También permitiría a los investigadores dirigirse a pacientes especialmente vulnerables, para ayudarles a evitar enfermedades graves.
"El enfoque de la medicina de precisión nos permitiría dar al paciente el tratamiento que más le ayudara con los menores efectos secundarios"
Bastard se ha interesado por la cuestión de por qué la infección por el SARS-CoV-2(el virus que causa el COVID-19) es mortal sólo en algunas personas -y por cómo tratar a este grupo- desde los primeros días de la pandemia.
"Cuando surgió el COVID-19 en Francia, fui a ayudar durante unas semanas al hospital donde trabajaba mi mujer. Yo era un pediatra que de repente atendía a pacientes ancianos con una enfermedad desconocida. Todo el edificio era ahora exclusivamente para pacientes de COVID-19. Era bastante terrible, ya que personas que antes estaban sanas necesitaban oxígeno y tratamiento en la Unidad de Cuidados Intensivos, y por desgracia a menudo morían. Fue una gran motivación para mí intentar comprender por qué ocurría esto para poder ayudar".
A través de un consorcio establecido en febrero de 2020 para comprender los distintos resultados de la COVID-19 -el COVID Human Genetic Effort (CHGE)- Bastard y muchos colegas de todo el mundo pudieron reclutar pacientes con distintos grados de resultados clínicos. El CHGE fue creado por Jean-Laurent Casanova, de la Universidad Rockefeller, y Helen Su, del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas.
"Cuando se inició el CHGE --prosigue-- el objetivo era reclutar al mayor número posible de personas, ya sea con COVID-19 en peligro de muerte o con una infección muy leve o asintomática". Los investigadores secuenciaron los exomas de estos pacientes para poner a prueba su hipótesis de que algunos individuos con COVID-19 potencialmente mortal tenían errores subyacentes en su sistema inmunitario.
Trabajar en el laboratorio de genética humana de las enfermedades infecciosas de Jean-Laurent Casanova y Laurent Abel y estar afiliados al consorcio permitió a Bastard y sus colegas reclutar rápidamente muestras de un gran número de pacientes para sus estudios genéticos e inmunológicos.
"En Francia recuerdo haber comenzado el reclutamiento durante el primer cierre --rememora--. Era principios de marzo de 2020, y fui en bicicleta por todos los hospitales de París y los suburbios cercanos para recoger muestras de sangre de los pacientes. La ciudad estaba completamente vacía y todos los servicios de reparto estaban cerrados, así que me asignaron una autorización especial para recoger estas muestras de COVID-19. Al principio, reclutábamos unos pocos pacientes al día, pero pronto recibimos muchos más".
Los resultados de los estudios de secuenciación de este gran grupo revelaron algo consistente en algunos de los pacientes hospitalizados que padecían COVID-19 grave: un fallo en la señalización del interferón tipo I (IFN).
Los IFN de tipo I, segregados por las células cuando están infectadas, normalmente ayudan a combatir los virus. Sin embargo, en algunos individuos, el organismo ha desarrollado previamente una respuesta autoinmune con autoanticuerpos que atacan a los IFN de tipo I y bloquean su efecto antiviral, como observó Bastard. Esta reacción anormal puede entonces exacerbar la inflamación perjudicial y la enfermedad.
La identificación de los autoanticuerpos contra los IFN como impulsores de la COVID-19 grave, especialmente en pacientes de edad avanzada, pero también en muchos pacientes jóvenes que presentan una COVID-19 potencialmente mortal, proporcionó pistas sobre las razones por las que la COVID-19 es mortal para algunos individuos. El patrón sugirió a Bastard que las pruebas de detección podrían ayudar a identificar a los pacientes con mayor riesgo de sufrir complicaciones mortales por la infección de SARS-CoV-2.
"Estos pacientes se beneficiarían realmente de ser identificados lo antes posible (incluso antes de la infección por el SARS-CoV-2), de ser vacunados y de ser tratados al inicio de la enfermedad para prevenir la gravedad de la misma", apunta.
Bastard explica que el cribado de los autoanticuerpos contra los IFN de tipo I podría realizarse con relativa facilidad mediante una técnica denominada "ELISA" que se utiliza habitualmente en los laboratorios de biología. "Ya hay varios laboratorios y hospitales en Francia y en el extranjero que lo han puesto en práctica... lo cual es absolutamente emocionante para mí".
"Disponer de información sobre la presencia de estas mutaciones antes de que los pacientes contrajeran la COVID-19 daría a los médicos la oportunidad de administrar los interferones que faltan a los pacientes para evitar una enfermedad grave"
Como parte de su estudio de los autoanticuerpos contra los IFN en los pacientes con COVID-19, Bastard y sus colegas descubrieron que parecen aumentar su prevalencia con la edad en la población general, aunque los investigadores no saben por qué.
"Podría deberse a que el envejecimiento del sistema inmunitario se vuelve más 'permisivo' con estos autoanticuerpos", dijo. En su ensayo premiado, escribe que los autoanticuerpos contra los IFN de tipo I podrían desempeñar un papel en muchas otras enfermedades víricas (como la gripe), cuya gravedad también aumenta con la edad.
Bastard ayudó a otros colegas a identificar un segundo factor subyacente a los resultados graves de la COVID-19: mutaciones raras en los genes que controlan los IFN de tipo I, por ejemplo, el gen que codifica el receptor TLR7 que participa en la iniciación de las respuestas de los IFN de tipo I. El cribado de estas mutaciones, aunque es un poco más difícil, también podría llevarse a cabo, dijo.
"Disponer de información sobre la presencia de estas mutaciones antes de que los pacientes contrajeran la COVID-19 daría a los médicos la oportunidad de administrar los interferones que faltan a los pacientes para evitar una enfermedad grave", subraya Bastard.
En conjunto, los datos obtenidos por Bastard y sus colegas pueden ayudar a los médicos a formular el mejor tratamiento para los pacientes de riesgo.
"Esta investigación destacó ante los editores y jueces de Science por su identificación excepcionalmente importante de los factores que pueden contribuir a la gravedad de la COVID-19, y que pueden reconocerse antes de la infección, lo que permite a las personas con vulnerabilidades particulares protegerse. En términos más generales, este trabajo también puede ayudar a explicar parte de la variabilidad observada en las respuestas inmunitarias a otros virus y ayudar a informar la práctica clínica en los próximos años", señala Seth Thomas Scanlon, editor asociado de 'Science'.